Très joli(e)
Apareció Marta con una amiga francesa, compañera de clase de baile. Ya me había hablado de ella y me dijo que le gustaba para mí. La verdad es que la primera impresión fue muy buena, no sé si era su mirada, su forma de hablar o simplemente que fuera una auténtica francesa; recordando el mito personal adolescente cuando estudiaba francés y soñaba con los amores de una mujer francesa.
Lamentablemente la partida de trivial se suspendió e improvisamos subiendo al Baobar. Nos lo pasábamos bien pero todo cambió cuando Alex se fue y fuimos al Cachivache donde las chicas habían quedado con más gente. No soportaba los chistes baratos del chico que tenía a mi lado que además gritaba mucho. Como el plan era quedar para ir a bailar latino para demostrar sus clases y no era mi especialidad, por no decir que ni sabía ni quería, decidí dejarlos allí despidiéndome con un cursi beso en la mano de la chica francesa (siempre quise hacerlo).
Tocaba recoger el testigo de la carrera de relevos en la que participo como convidado de piedra desde hace varias semanas. La entrega era en el Patachím, podría haber rehusado y quedarme con la francesa pero preferí una retirada a tiempo. Saludos de rigor y el viaje al Contempopránea como centro de todas las conversaciones. Llegó Javi con otro Alex y comencé una ingesta sin fin de cervezas entre muchas risas intentando saber de quién eran parte de las canciones clásicas del repertorio del lugar que nos sabíamos de memoria pero desconocíamos los autores.La cosa fue degenerando, comencé a fumar, síntoma claro de que ya voy bastante ciego y me quemaron el brazo con un pitillo que ni sentí. Conocí más gente nueva: un habitual del cgai, el doble de Dani Garuz y una chica futura integrante de la caravana coruñesa hacia el Contempopránea.
Me dejé convencer para ir al Playa donde la gente se fue moviendo y me quedé aislado. Entre la multitud se abrió un espacio y pude ver una chica de esas que te comen con patatas: más de uno ochenta, lo suficientemente grande, sexual y explosiva para ser intocable y convertirse en heroína de un comic machista. Si usara nuestra jerga diría que es “una auténtica RDA pero algo femenina”. El caso es que enfocó su mirada hacia mi zona y un chico de casi uno noventa y mucho más joven que yo me miró y me dijo: “que miedo tío, has visto?, ésa me come”, asentí con la cabeza y le dije que si no iba él vendría ella y, acto seguido, la chica atravesó los escasos cinco metros que nos separaban y lo atrapó. Me quedé viendo el primer asalto de la mantis religiosa hasta que me cansé del espectáculo y me dio tal bajón que no bailé ni escuchando el “Da Funk” de Daft Punk. Me fui al baño buscando el agua milagrosa que me recuperara pero fue imposible y me marché para casa sin saber nada del resto. Por si me buscaban les mandé un sms en cuanto llegué a casa.