« Home | Gunners vs Culés » | Secuelas » | Retroalimentación 06 » | Adiós a la tranquilidad » | Enfermero y recadero » | Mi primer Primero de Mayo » | Quedar para mañana » | Tres taxis en media hora » | DA en el Mardigras » | El Sabor de la Sandía » 

jueves, mayo 18, 2006 

Lágrimas del pulpo

Tras una jornada de trabajo muy estimulante donde pude dedicar varias horas a la apartada norma ISO y una relajante sesión en el gimnasio estaba preparado para afrontar el resto del día con muchas ganas.
Había quedado con Álvaro y Juan en el Polvorín a las ocho pero antes tenía que ir a por las entradas para el concierto de Cristina Rosenvinge. La cosa pareció torcerse cuando mi acompañante me dijo que había ido a Portobello y no quedaban; decidí llamar a Noni’s pero no contestaban. La única opción era presentarse antes del concierto para conseguirlas en la taquilla.
Cuando iba de camino al Polvorín se me ocurrió una alternativa, pasarme por el Mardigras para ver si estaban ensayando y podía comprar unas entradas. Efectivamente se encontraban en pleno ensayo, me sentí privilegiado por disfrutar de aquel momento pero el chico me dijo que no tenía entradas allí aunque no habría problemas para conseguirlas porque en Noni’s no se habían agotado. Por lo tanto tema solucionado simplemente le agradecí su ayuda y le pregunté a que hora iban a abrir para no tener que estar fuera mucho rato.
Debía ponerme en contacto con la otra parte para darle las nuevas noticias y concretar la hora del encuentro pero por vía telefónica no era posible, me acerqué hasta su casa y tampoco contestaba, recordé que había ido a la compra por lo que la busqué por el Froiz y nada. Volví a su portal y apareció cargada con bolsas de Familia, fallo técnico a la hora de seleccionar donde buscarla. Le informé de todo y salí al encuentro de mis amigos que nada más llegar ya estaban dando cuenta de sendas tostas por lo que yo también pedí otra.
Fue el comienzo de una apoteosis gastronómica que tuvo su momento culminante media hora después cuando tomamos dos raciones de pulpo en el Fiuza que casi me hacen soltar las lágrimas de lo buenas que estaban con su aceite, su pan y el picante justo.
Suelo tomar pulpo la mayoría de las veces que como fuera con mi padre pero nunca me recuerda a éste que se te queda impregnado el sabor en el paladar como las comidas de antaño cuando los tomates sabían y los filetes no llevaban un litro de agua incorporado.
Embriagados por lo acontecido nos despedimos, Juan se fue a su casa y Álvaro me acompañó al lado del Mardigras a esperar por las segundas manos más bonitas del mundo.

Powered by Blogger
and Blogger Templates