lunes, julio 31, 2006 

Segunda en Lisboa

Me levanté muy descansado tras un sueño reparador de más de ocho horas, me duché y vestí para bajar a desayunar hasta reventar. Luego fui a sacar dinero a mi banco donde me informaron que aquí no cobran comisión los cajeros, que son todos multibanco. Qué gran idea y que tontos somos por aceptarlo en España. Tan lejos, tan cerca.

Un paseo por la “Baixa” hasta el mediodía que el sol aprieta y conviene buscar una sombra. Con dinero es fácil caer en tentaciones y la mía se llama FNAC, lugar elegido (y muy vacío para ser lunes) para pasar el tiempo hasta la hora de comer. Me acabé comprando cosas previstas y hallazgos sorprendentes, limitándome al terreno musical dejando los Dvds demasiado tentadores para otra ocasión tras comprobar que no tenían lo que buscaba, no editado en mi país. Aparte de unos cuantos discos de oferta me compré tres novedades: el “Tecnicolor” de Os Mutantes con una versión impresionante de “A minha menina”, el imprescindible y difícil de conseguir en mi ciudad “A Tom Moulton Mix” de Tom Moulton y la sorpresa de “You Gotta Believe It’s…Sharon Tandy” que recopila los singles editados por Sharon Tandy en los años sesenta.

Con el bolsillo vacío y la bolsa llena paseé un rato por el “Bairro Alto”pasando por el mirador (cerrado por obras) de S. Pedro de Alcântara hasta dar con un parque en la Praça de Principe Real donde me refugié bajo la sombra a sentarme y beber una botella grande de agua mientras pensaba donde comer. Sabía que había un vegetariano cerca, lo busqué y lo encontré pero estaba cerrado “por ferias”. Entonces caminé al azar y me topé con un sitio al que me había prometido no ir, la “Taberna Ibérica” donde acabé comiendo una tapa de morcilla de arroz y una ración de tortilla de vegetales. Estaban buenas pero seguía siendo un gran sacrilegio gastronómico haber parado allí.
Aprovechando la cercanía fui hasta la tienda de discos “Carbono” donde había grandes chollazos a 5 y 10 euros. Caí en varias tentaciones hasta llegar al tope de los 50 euros y con la promesa de volver el último día si las cuentas me cuadraban.

Siguiendo la ruta prevista pero en parte improvisada llegué a la Cinemateca, auténtico templo de liturgia pagana del que me considero “talibán”. Primero comprobé la programación, interesante pero ya había visto las cuatro que pasaban esa tarde, lamentablemente se trataba de la última sesión porque para Agosto tenían vacaciones. Más tarde visité la exposición de cámaras y proyectores para finalizar mi visita pasando por la tienda y tomando un café delicioso en la espectacular cafetería. Me fui de allí soñando con que algún día lejano, la filmoteca de mi ciudad tuviera su sede más amplia en un marco tan incomparable como aquél.

De nuevo me recorrí la Avenida da Liberdade de vuelta al hotel cuando eran las siete y media recién cerradas las tiendas evitando últimas tentaciones. Justo cuando iba a entrar en el hotel coincido con el tranvía antiguo que conduce al Castelo de S. Jorge y decido cogerlo. Vamos como sardinas en lata y se sigue subiendo gente pero el sacrificio merece la pena, las vistas desde arriba son impresionantes, habrá que compararlas con las del Elevador de Santa Justa que se aprecia casi enfrente. Descenso a pie que relaja las piernas bendecidas poco después con un par de horas de baño y descanso que dieron paso a la cena en un vegetariano cargada de vitaminas y minerales que me devolvió la energía perdida tras una jornada de tan larga caminata.
Antes de volver al hotel para acostarme llamé a mis respectivos padre y madre para contarles mi situación. Tuve que usar una cabina, tras mucho tiempo sin hacerlo, ya que se me olvidó activar el roaming de mi móvil.

domingo, julio 30, 2006 

Contempopránea / Lisboa

Unas horas después ya estaba levantado, había que darse prisa pues teníamos un viaje por delante. Poco a poco, los otros fueron despertando y acabamos casi todos en una terraza de la plaza del pueblo desayunando café y tostadas “medias o enteras”. Nos tocó irnos despidiendo. Los abrazos y besos por doquier, los agradecimientos mutuos por todas las amistades creadas o mejoradas y el recuerdo de todo lo vivido pudieron emocionarme pero saber que nos reencontraríamos más pronto que tarde atenuó alguna posible lágrima.

Como homenaje a los presentes citaré a los diecisiete que dormimos en la casa (el orden es aleatorio salvo el primero):

Lens, Leti, Javi, Miri, Gemma, Dani, Jose, Alex, Iosune, Raquel, Jorge, Gonza, Cris, Pepe, Víctor, Ana (creo que se llamaba así la chica de la moto) y yo.

Los dejamos con el calor asfixiante y nos pusimos en ruta hacia Lisboa. Éramos tres: Jorge, Pepe y yo. Misma carretera pero distinto destino. Pepe a Sevilla vía Badajoz en autobús, Jorge a Munich en avión desde Lisboa y el que escribe a Coruña en autobús tras conocer la capital portuguesa.
Hasta la primera parada en Badajoz nos empeñamos en “intentar arreglar el país” con un debate sobre política, economía y sociología. Sin prejuicios.

Después, ya solos Jorge y yo, tocó desmenuzar nuestras vidas y las de los amigos que dejamos unos kilómetros atrás con Camera Obscura de fondo musical. Llegamos a Lisboa muy justos de tiempo pero aún así nos paramos lo suficiente para ver un buen rato a tres amigas suyas que no diré los nombres porque me los confundiré. Medimos mal el tiempo transcurrido y decidimos que mejor le acompañaba al aeropuerto porque si se iba solo le costaría orientarse y llegar a tiempo.

Esta vez si que fui el copiloto que debería y entró a facturar con diez minutos escasos sobre la hora tope mientras yo me angustiaba y asaba de calor esperando en el coche de alquiler a que volviera, intentando que los policías comprendieran la situación y no tuviera que mover el coche. Finalmente apareció y ya más relajados devolvimos el coche y nos despedimos, dándonos el abrazo que se dan los que forman un equipo que con el trabajo de todos ha conseguido la victoria o hazaña de coger un avión en el último minuto.

Luego, ya en solitario, pasadas las seis, a esperar el bus que me condujera al centro de la ciudad. Lisboa me llamaba. En vez de seguir hasta el final en la Praça do Comércio en el barrio de Baixa, zona escogida para encontrar alojamiento, me bajé en la Praça do Marqués do Pombal para pasear por la Avenida da Liberdade y enfrentar el mapa con la realidad.
El camino fue más largo de lo esperado, pagué la novatada de medir mal las distancias y cuando llegué a la Praça da Figueira decidí que sería el sitio idóneo para buscar donde dormir. Eché un vistazo a varias pensiones y sus alrededores pero las condiciones de baño compartido y habitaciones sin aire acondicionado no me convencieron y entré en un hotel de tres estrellas a preguntar el precio. Me salía por 58 euros/día, habitación con baño, aire acondicionado, minibar y desayuno de buffet incluido. Una pasta pero estaba claro que merecía la pena después de llevar tres días durmiendo en una colchoneta.
Estaba tan cansado que me bañé, hacía más de cinco años que no me daba un baño, y no estuvo mal. Ya limpio y relajado vacié la maleta y escuché un par de Cds de los nuevos mientras planificaba mis rutas por la ciudad.

Pasadas las nueve bajé a tomar un sándwich y un helado dando un paseo por la zona.Hubo unos chicos que me ofrecieron coca y unas chicas, sexo pero evidentemente no acepté ninguna de las dos opciones y me volví al hotel a dormir, en una cama, por fin.

sábado, julio 29, 2006 

Contempopránea 2006 (III)

Amanecí casi a la una y sin resaca. Tras un rápido desayuno, me uní a la primera avanzadilla que nos pusimos en camino, compramos unos bocatas y bajamos a la piscina.
Qué bien sienta la ducha y el baño subsiguiente, secarse en unos minutos al sol y volver a la sombra a tumbarse y charlar rodeado de buena gente. Los demás fueron llegando, hubo otra sesión de fotos que intentaré recopilar y se marcharon a comer a casa dejándonos solos a Raquel, Iosune (¿se escribe así?) y yo.
Fuimos los únicos testigos del grupo de la invasión de la piscina grande por parte de hordas de gentes incómodas con la obligatoriedad del uso del gorro para bañarse. Fue a las cuatro y media en punto como si fuera convocada por sms en plan “pásalo” e incluso creo que circula un video en el “youtube”del acontecimiento. Sin embargo algunos no supieron saber cuando se acababa la broma cambiando la risa por el cabreo por joderte la necesaria siesta al no saber parar a tiempo uno de los momentos más impactantes del festival que se mereció una nota informativa por la noche en el recinto del festival.

Volvimos temprano, algo después de las seis. Nuestro dj favorito habló un buen rato con Raquel y le dio recuerdos para todos. Los “cocinitas” tenían prueba de sonido.Yo ya estaba algo histérico frente a la calma general. Las últimas incorporaciones iban llegando, lo máximo fue una chica que vino desde Ayamonte (Huelva) en Vespa, hasta completar los 17 que dormimos en la casa esa noche.

La cosa se retrasó más de lo esperado y tuve tiempo para comprar los últimos discos y algún regalo, llevarlos a casa y regresar antes de la actuación de los Nouvelle Cuisine.

Llegó la hora.En circunstancias normales describiría cada segundo de su actuación pero fueron tantas las cosas retenidas que llené enseguida mi memoria a corto plazo con lo que solo podré dejar ciertas pinceladas de lo vivido.

La emoción y la piel de gallina cuando la locutora dijo su nombre.
Los nervios del primer acorde.
Los primeros saltos, coros y sonrisas.
La satisfacción de mirar alrededor y ver que hasta los desconocidos se acercaban a hacer fotos.
La desesperación de ver que la cobertura era de VF Portugal y no podía compartir el momento con los ausentes.
Los agradecimientos a la trouppe de fieles seguidores.
La versión genial de “Abrazo en un terremoto”.
La presentación del grupo con Jorge olvidado y todos haciendo señas a Javi.
Para terminar, el éxtasis cuando tocaron“Record”.

Al acabar el concierto fue el único momento del festival en que lamenté no haber podido entrar al backstage para compartir el triunfo con nuestros amigos. Casi habían comenzado Underwater Tea Party cuando aparecieron casi todos. Del grupo que estaba sobre el escenario no conocía nada y de lo poco que pude apreciar me gustaron mucho; dejando a un lado su capacidad de convocar miembros de otros grupos en el escenario como Fino y el cantante de los Sunday Drivers, que su cantante fuera una chica muy irresistible o que tocaran la versión de “Mi hermano carnal”.

Después del descanso y la consabida cena tocaban Tarik y la Fábrica de Colores. Me defraudaron un poco, sonaron muy diferentes al disco, quizás a causa de la fuerza y ganas de Eric desde la batería cuyos solos eclipsaron al alma máter del grupo, el cantante y compositor Álvaro Muñoz.

La noche iba casi perfecta y aún quedaba mucho por delante, nada más y nada menos que Tachenko y La Buena Vida como siguientes grupos. Empezaron los de Zaragoza sin dar tregua con “El coche real”, “El golf”, “Arconada”, la esperada “Amable” y otras más que no recuerdo su orden pero sé que sonaron como “El tiempo en los Urales”.Lo que más llamó la atención fue un cartel del público que ponía “TEMAZO” y el salto al escenario de un individuo casi desnudo, con alas de ángel y varita que con su “estilazo” hizo las delicias de los presentes. La versión fue “Dulce mal trago”.
Es difícil poner palabras a las sensaciones que provocan LBV cuando saltan a escena, los ves ahí con unos años más encima pero notas que, en esencia, siguen siendo los de siempre. La timidez de un directo que nunca ha sido su fuerte pero que aún así consigue que te emociones desde la primera palabra, en comunión con el público más numeroso del festival. Presentaban “Vidania” que apenas había escuchado aunque conocía las canciones pero no sus títulos, es lo que tiene prestar el original y tener que contentarse con escucharlo en mp3. No nos importaba, sabíamos que tarde o temprano tocarían los himnos de cada uno, porque habiendo tantas grandes canciones se hace difícil coincidir en las preferidas. Fueron alternando los temas de su último álbum con otros como: “Verano” y “Desde hoy en adelante” de Soidemersol; de Hallelujah! “Vapor de carga” y “Qué nos va a pasar” (el mejor momento del concierto casi al final, nos puso la piel de gallina y la lágrima a punto de caer); el peso también recayó en Álbum con “Lo que dicte el corazón”, “hh:mm:ss”, “En un tiempo feliz”, “Un actor mejicano””y “Los planetas” que fue la última. Una vez más, inolvidables (por ti por siempre, de corazón).

Una vez más merecíamos una pausa para recuperarnos después de tanta emotividad, por lo que los portugueses The Gift fueron los grandes perjudicados ya que solo les vimos las tres o cuatro últimas canciones, lo suficiente para saber que tenían muchas ganas de hacer bailar al público que a buen seguro contaba con unos cuantos lusitanos. Menuda energía tenía la cantante, quizás intente conseguir alguno de sus discos.

Ya nos había dejado a todos bastante espabilados para la catarsis colectiva que montó Guille Milkyway con su Casa Azul a cuestas. Disfrutamos “como un fan” a pesar de los evidentes problemas vocales del polifacético muchacho empeñado en que coreásemos lo de “temazo”, fue un reto colectivo y merecido gritárselo en “Superguay” por ejemplo. A veces parecía que estábamos en casa cantando y “merendando galletas”. En ningún momento nadie se acordó de pedir el “Amo a Laura” pudiendo cantar temas como “Chicle Cosmos”no había lugar para otras bromas. Raquel fue la que más lo disfrutó porque además conoce a Guille en persona. Lo mejor fue, sin duda, cuando mezcló el estribillo de la genial “Fuerte” de los Surfin’ Bichos con una larga versión de “Como un fan”.
Desbandada general de amigos y público que dejaron a los algo crecidos “Second” muy solos. Ya los había visto hace dos años en el Cultura Quente.Lo intentaron pero donde no hay no se puede sacar, por mucho postureo y saltitos que hagan. Lo mejor la versión de “Fuerte” descafeinada por haber sido pinchada antes por La Casa Azul.

Cuando les llegó el turno a Humbert Humbert ya no quedaba ni un gato, en parte porque hubo problemas con el sonido y tardaron más de la cuenta en empezar y también porque comenzaba a hacer mella el cansancio acumulado. Total que salvo Raquel y yo, el resto se habían marchado.La actuación de Humbert Humbert tenía su puntillo: dos tíos vestidos de traje negro estilo cocinero minimalista haciendo una mezcla entre punk guitarrero y tecno con falsetes del cantante que parecía poseído en plan el joydivisoniano Curtis que intentaron y consiguieron parcialmente hacer bailar a los escasos supervivientes. Otro que intentaba hacer algo era el “bigotes” de Tackenko, por enésima vez y en inglés, ligarse a una chica morena que estaba cerca de mí.

Nos fuimos al amanecer desconsolados al ver que no había sesión del Dj sin que dijera nada la organización, menos mal que me acerqué a la mesa y un puto borde de mierda me dijo que “no hay Dj y si tienes alguna queja ya sabes a donde ir”. Ni que decir tiene que si llego a estar borracho la abría liado con ese individuo pero en lugar de eso me gasté mis cinco puntos que me quedaban en botellas de agua, no tenía sed pero tampoco quería tirar los puntos.

Parecía que todo llegaba a su fin, entraríamos en casa y buscaríamos nuestros sitios y a dormir, pero quedaban las risas finales. Cuando entramos, bajaron cuatro o cinco por las escaleras desde la azotea donde estuvieron viendo amanecer. Empezó la risa floja y no la conseguimos parar hasta media hora después despertando y contagiando a más de uno. Digno y gracioso final antes de intentar dormir en una colchoneta por tercera noche consecutiva alternando silencios interrumpidos por las risas contagiosas que volvían.

viernes, julio 28, 2006 

Contempopránea 2006 (II)

Amanecimos poco a poco pasadas las doce e improvisamos un desayuno tardío a base de café frío y galletas mientras organizábamos la excursión a la piscina, lugar apropiado para ducharse sin esperas y en buenas condiciones.
Veinte minutos largos andando con parada para comprar el avituallamiento que nos diera de comer y beber luego. Llegada, pagar la entrada y el gorro de baño y rumbo a la ducha purificante. Primer baño poco después en una piscina cubierta y climatizada cuyo socorrista era el enchufado del pueblo que tocó ayer como invitado imprevisto. El césped parecía de un campo de golf y los pinos daban sombra suficiente para que todos pudieran cobijarse del sol, bastaban cinco minutos tostándose para secarse, bañador y toalla incluidos. Pasamos las horas y fueron incorporándose más amigos, entre ellos Jorge, mi futuro transporte a Lisboa.Sobre las siete decidimos volver, los conciertos empezaban a las nueve y había que cambiarse, comprar entradas o acreditarse.

Me compré la entrada sin saber que si hubiera esperado tendría un pase gratuito (adoptando la identidad de Héctor) pero preferí solidarizarme con Raquel que conmigo era la única de los presentes que no podría entrar en el backstage. Todo el proceso de cambiarse, repartir los sitios donde dormir y tomarnos algo nos llevó más de lo previsto y casi nos perdemos entera la actuación de Montevideo. Apenas escuchamos dos temas, lo justo para verles la cara, reconocer alguna estrofa y situar el escenario.

Luego tocaban AMA, primer plato apetitoso de la jornada que nos dejaron un puñado de buenas canciones del grupo de dos hermanos con muy “buena vida”seguidos desde abajo por mucho público, incluidos sus amigos y fans Cristina y Fino de Clovis.
Era necesario hacer una pausa para cenar que prolongó el descanso entre actuaciones algo más debido a que apretaba más el hambre que las ganas de ver a unos Blomingtoon casi desconocidos para todos. A estas alturas, tras la cena, nos fuimos desperdigando, la mayoría hacia el backstage y el resto cerca del escenario o en los puestos de música y ropa.

Casi nos juntamos todos para ver a Clovis, con el enemigo Fino en el escenario dos semanas después y con un concepto distinto del de su actuación en Caldas. Disfrutamos de las ganas y energía de Cristina que no paraba de pedir al público que se animara. Estaba muy claro que su mejor momento sería con su hit “Mundo” pero quizás lo superaron con la versión de “Si tengo que cambiar” de Surfin’Bichos.

Ya estábamos bastante animados aunque muchos desertaron de los Sunday Drivers, yo creo que vi el concierto casi entero salvo el principio. En general me gustaron mucho, desgranaron los temas de sus dos discos e incluso nos dejaron algún tema nuevo y nos hicieron movernos y cantar que era lo importante. Hay gente que les resultan repetitivos y no soportan el egocentrismo de su líder, pero yo repetiré, cuento con verlos en mi ciudad como teloneros de Paul Weller (la vez que tocaron en el Playa no los había visto porque la hora se pisaba con un concierto anterior más interesante en el Mardigras). El único pero fue que no tocaron la versión correspondiente.

Después del descanso tocaban Sidonie, con su puesta en escena espectacular y otras locuras que desgranaron algunas de sus buenas canciones y ejercieron la ironía o falsa modestia de presentarse como “somos un grupo de Barcelona y nos llamamos Sidonie”. Lo curioso fue que el público supiera mejor las canciones del “Fascinado” que las del “Shell Kids” por ejemplo, demostraba que había popies de radiofórmula.

El cansancio comenzaba a hacer mella en el momento culminante, la actuación del Sr.Chinarro con presentación previa por parte del planetario Eric y del bonvivant Pedro.El gran Antonio Luque fue desgranando su irónica sabiduría en un concierto impagable que alcanzó los momentos cumbre con temas de su último disco como “Dos Besugos” “El Rayo Verde” y “El Rito”. Sin desmerecer su brillante repertorio casi fueron mejores los espacios entre canción y canción con sus discursos con frases de antología como que iba a crear el himno indie definitivo o que había que hacer “un NO-DO indie”. Si para poder decir estas cosas hay que estar medio borracho pues viva el alcohol.

Después de tocar el cielo le llegaba el turno a los Niños Mutantes pero para nosotros eran tan desconocidos que fuimos a tomar algo. Volvimos para escuchar unos cuantos temas, lo justo para reconocer que eran muy buenos en directo aunque su estilo era demasiado fuerte para nosotros pero tenían multitud de enfervorizados seguidores.

Ya habían ido desertando poco a poco los miembros de la casa y llegados a este punto, para escuchar al Dj solo quedaba yo. Así que armado de valor y de varias botellas de agua estuve bailando sin parar hasta el amanecer la sesión de Dj PoMMe-Lux(e) que dejó un repertorio de hits indie a base de Los Planetas, Pulp, Blur y muchos más. A estas alturas había una chica que no dejaba de mirarme, seguirme y bailar a mi alrededor hasta que decidí “actuar” y le solté un “qué pasa si no te digo nada vas a estar toda la sesión así matándome con la mirada”. Objetivo conseguido pude bailar tranquilo en una sesión que finalizó a lo grande con “Un buen día” de Los Planetas y “El bello verano” de Family en pleno amanecer que casi me hacen tocar el castillo de los saltos que pegué.
El Dj tenía más repertorio pero no le dejaron seguir, incluso bajó del escenario y se fue hacia los de la mesa, se encaró con ellos ante el aplauso de los escasos presentes pero no pudo hacer nada y puse rumbo a casa sin saber cuál era mi sitio para dormir. Menos mal que cuando estaba a punto de pisar una “garrapata”, la hermana del cantante de Sidonie me indicó el camino.

jueves, julio 27, 2006 

Contempopránea 2006 (I)

Fue un viaje donde el piloto tenía un tick en el dedo medio y decía improperios a cada vehículo que no cumplía las normas mientras el copiloto era fulminado por las lentes de su izquierda porque no paró de hablar y se equivocó en casi todas las facetas desde la música hasta la ruta pasando por lo de no distraer al conductor. Podría poner múltiples excusas pero tampoco servirían para comprender la faceta gruñona de nuestro amable conductor. Sin prejuicios.
La caravana de tres coches llegó a su destino alternándose las posiciones y con el termómetro sobrepasando los 38 grados durante parte del trayecto, esquivando algunos rayos que sobresaltaron a más de uno y un control de la Guardia Civil estratégicamente situado en el cruce que conducía hacia Alburquerque.
Llegamos a la plaza del pueblo, no sin dificultad y localizamos al propietario de la casa para instalarnos. Éramos once y nos repartimos las tareas improvisadamente, unos al súper y otros a hinchar colchonetas y organizar el reparto de habitaciones y/o camas.
Cena rápida a base de los bocatas que sobraron de la comida y primeras cañas en las terrazas de la plaza de una cosa llamada cerveza con pinta de agüita amarilla (para evitar posibles pleitos marca traducida como Crosscountry).

La primera jornada contaba con la actuación de “Diane” y “Pequeño Tío”, tercer y segundo clasificado en el concurso de maquetas del festival, en plena plaza del pueblo con una fuente reconvertida en escenario. Todo ello rodeado de jauría de niños y medio pueblo con sus mejores galas observando desde una distancia prudente. Sin prejuicios.
Me gustaron los dos, cada uno en su estilo, en la escasa hora de actuación y en general ya se podía apreciar el buen rollo que había en el festival. Los primeros tocaron la versión “San Jose experience” y los segundos “El astronauta bucea en ti”, ambas de los Surfin´ Bichos, grupo homenajeado de la edición.

Cayeron más cervezas y tras mucho tiempo recordé un sabor olvidado. Esta vez el humo no pululaba alrededor si no que llenaba mis pulmones y me dio un ataque de hambre que me comí un bocata de pan descongelado, queso tranchette fundido y jamón pasable como si fuera un manjar mientras otros “cocinaban” borracheras cercanas a base de vodkas petroff y macetas de crucescampestres. En ese momento ya había tocado Supersonic, el moderno del pueblo y llegaba el turno del dj que con su sesión casi pega un salto de 700 kilómetros y nos planta en el Pata. No pude evitar subirme a bailar e interpretar la planetaria “Un buen día” e hubiera vuelto a subir con el “C’mon People” de Pulp de no ser porque al técnico de turno se le ocurrió que la fiesta había llegado a su fin. Volvimos a la casa, unos con los pies en el suelo y otros con los pies en el aire. Cedí mi sitio en un colchón al más perjudicado a cambio de una colchoneta en el último piso teniendo como compañero al perfil griego que no paró de intentar tapar todos los desagües de la casa con dosis de alcohol mal digerido.

 

Nouvelle Tour

Me voy al Contempopranea con los Nouvelle Cuisine hasta el domingo.Después no sé lo que haré, posiblemente vaya tres días a Lisboa y volveré para el concierto de Paul Weller en la playa. Intentaré actualizar pero no prometo nada.

domingo, julio 23, 2006 

Treinta y dos

Primera semana de vacaciones, plena de acontecimientos y preparativos para viajes que han dejado algo olvidado este diario virtual.
Lunes y martes algo solitarios y marcados por el cine y las fallidas jornadas de playa (con tormenta de verano incluida en plena siesta). Empecé la semana acercándome a los cines Yelmo de Los Rosales para ver “V de Vendetta”de James McTeigue, adaptación del cómic de Alan Moore que descubrí gracias al antiguo blog del jovenivan, pero que no llegué a leer.
Aunque dicen los entendidos que no es del todo fiel al original, me ha gustado mucho tanto el propio argumento como la interpretación de los actores, esto último causado por el placer de poder escuchar los matices del inglés británico en las voces originales. Pero hubo algunas cosas que no me gustaron como los efectos “made in Wachoski brothers” (o como se diga) y que la película empezara quince minutos tarde. Llevar años para ver en cines comerciales algo en versión original no quiere decir que traguemos con todo.
El martes fui al Cgai a ver “Honor de Cavallería” de Albert Serra que la presentó con “agradecimientos especiales” al garciano Oti y otros críticos conocidos que no han sabido comprender las mutaciones del cine actual. Basta un puñado de personajes, unas localizaciones bastante sencillas y un guión quijotesco de lenguaje evolucionado para mostrarnos que para hacer buen cine, sea catalán o de cualquier otro lugar, no se necesitan grandes presupuestos simplemente dosis de talento bien repartidas.
El miércoles fue una jornada muy especial centrada en dos cumpleaños, dos regalos, una fantástica comida, sobremesa cinéfila seguida por un paso por el “Macondo” que sirvió para que alguien quedara descartado por un sms y culminó incorporándome a un recorrido culinario que me llevó por el “Prada a Tope”, “Casa Rita” y el descubrimiento del nuevo “Anduriña” todo ello regado con copas de mencía. Finalmente los abandoné cuando buscaban el postre perfecto encaminándome al Patachím para celebrar con unas cervezas el segundo cumpleaños y el reencuentro lleno de dibujos, navajas y quesos.
El jueves tocó coloquio en el Cgai acerca del DVD con representantes de cuatro de las pequeñas y nuevas productoras surgidas en los últimos años para desgracia de nuestros maltrechos bolsillos y goce de nuestros sentidos. Nos lo pasamos en grande tanto cuando el debate se ponía serio como cuando tocaba destripar al espectador medio. Se nos echó el tiempo encima sin decidir si eran galgos o podencos, “palomiteros” o “talibanes”. Al salir estaba demasiado cansado para participar en el siguiente debate pero acepté comenzar otra ruta gastronómica nocturna.
El viernes nueva sesión de cine y tapas. Primero “La leyenda del tiempo” de Isaki Lacuesta que será, con “Honor de Cavallería”, uno de los títulos peninsulares del año y me imagino que de la década. Retrata varias historias con personajes entrelazados con el cantaor Camarón como deidad que todos veneran. Por momentos se echa en falta que no tenga subtítulos porque no se entiende nada, algo que vengo reclamando al escuchar a los andaluces en los medios de comunicación. Después tapas en “A Franxa” y subida a la feria medieval donde un encuentro azaroso producido por un malentendido debido a que todos nos llamamos Pablo hizo que perdiera a mi grupo reencontrándolo minutos después cuando fuimos a la sesión video-musical de DJ Flashback en las Seoane Sessions donde llegó nuestro querido Xurxo en una de sus visitas fugaces madrileñas.
Ayer me fui a Lugo para celebrar varios cumpleaños con una pantagruélica comida de ocho horas (y siesta de casi tres) en una fantástica casa rural (www.casadebaixo.com), cuyos dueños eran amigos de parte de la veintena de invitados. Momento emocionante aquel de los regalos, aunque les conocía desde pocas horas atrás y no entendía nada, casi lloro al ver las caras de los presentes. Yo solo conocía a una que intentó darme mi regalo antes de tiempo tras nueve veces y, a falta de media hora para la hora bruja de mi cumple, acabé cediendo para recibir un Cd en directo de Belle & Sebastian que no me quedó más remedio que poner para amenizar la cena a base de sobras hasta la una que bajamos a la ciudad para salir. Pero mi anfitriona y yo estábamos muy cansados y aguantamos hasta las dos que nos fuimos a dormir.
Hoy me levanté pasadas las once y esperé hora y media por ella para poder encender el calentador y ducharme. Mientras intenté escuchar mi mp3 hasta que se quedó sin pilas y encendí mi móvil para responder a las felicitaciones pero también se quedó sin batería. Me fastidió tanto que comencé a sentirme mal, el aire caluroso y seco me ahogaba en una ciudad y una casa que no eran las mías mientras el sol del mediodía me daba en la espalda. Me sentía sucio y viejo y comprendí que tendría que aprender a decir que no alguna vez. Será uno de mis propósitos del año. Luego un poco de poesía de Cavafis encontrada en el salón, un recorrido gastronómico, una película juntos, la vuelta en bus a las siete y finalmente, la tarta y las velas con mi madre me devolvieron el ánimo perdido al ver que pasaban las horas y todos me felicitaban menos mi padre que se ha olvidado.
Para culminar la semana saturada de cumpleaños (descubrí que tres chicas que conozco nacieron el mismo día: Patricia, Sara y Lucía) dedicaré la última hora del día en que cumplo treinta y dos años que coincide con el cumplemes del blog, a ver más dosis de reportajes interesantes de cine y guerra civil que nos ofrece la 2 (también he visto los que han puesto en el Canal de Historia de “Las Ilusiones Perdidas” que sería el título alternativo perfecto para este post).

domingo, julio 16, 2006 

Cultura Quente 2006

Tercer año consecutivo que voy al festival. Esta vez, rompiendo nuestra tradición, sin Alfonso que sigue trabajando en Valencia. Tenía todo planificado para irme a Caldas después de la sobremesa en el tren de las seis menos algo para llegar a tiempo para el primer concierto.
Pero los planes cambiaron y acepté la invitación para ir en coche aunque fuera dos horas más tarde a costa de pasarme el tiempo restante pululando por la ciudad. Primero tocaba café y periódicos en el Macondo, más tarde una visita a la feria del disco en el Puerto y finalmente un largo paseo hasta la estación de autobuses, lugar elegido para recogerme.
Mientras esperaba coincidí y conocí a dos nuevos bellos rostros de una familia que rompe moldes y nunca tiene saldo en sus móviles.Presentación fugaz, una tarjeta y un cajón completaron mi equipaje hacia el coche de dos hermanos y otro más que nos llevaría hacia el festival.
Viaje dominado por el hiphop y buen rollito que me sirvió para confirmar que mis compañeros de viaje eran buena gente pero no estaban muy interesados en los conciertos, les iba más la movida de la acampada y estar con la gente.
Llegamos y entre idas y venidas buscando donde aparcar y poner la tienda nos dieron las once. Adiós a Austria, Igloo, Meu, Mesa, Robert Gordon & Crhis Spedding (éstos últimos sonaron de fondo mientras montábamos la tienda). Dejando la música aparte lo mejor fue la odisea de montar una tienda nueva sin instrucciones. Pasamos un rato largo y gracioso intentándolo, nos echamos unas risas los cuatro juntos y al final conseguimos que se mantuviera en pie.
Buscamos un sitio donde comprar unos bocatas y recogimos el resto de las cosas del coche (momento pelea de esterillas incluido). Comenzaron los encuentros continuos con amigos y amigas que llevaron a las primeras deserciones. Ya habían terminado Los Coronas y al final quedamos sólo dos extraños que vimos casi todo el conciertazo de Heavy Trash, el nuevo proyecto de un brutal Jon Spencer e hicimos el primer cambio de escenario (previo paso a recargar líquido) para escuchar a unos Lori Meyers que me impresionaron positivamente y de los que únicamente conocía su hit “Dilema”.Vistos los dos escenarios pude comprobar que el sonido era realmente muy bueno.
A estas alturas ya me había cruzado con mucha gente conocida, particularmente muchos habituales del Soho que me imagino estaría desierto. Ni rastro de Ángel ni de Iván y compañía. Llegó el momento clave, hicimos una parada donde los puestos de pulseras, camisetas y similares, nos tomamos unos crepes y comenzó el concierto de Mando Diao. Presumía la última deserción que me dejaría solo y efectivamente así fue, dijo que luego me buscaría por ahí pero no nos encontramos.
Esperaba que los suecos me defraudaran en un escenario más grande y menos lleno de fans que su concierto del Playa hace unos meses. Pero se ve que estos chicos se crecen e incluso podrían llegar a ser muy buenos si no fueran o se creyesen tan guapos o cool. Este comentario no vale nada si reconozco que acabé gritando como un poseso en tercera fila y rodeado de chicas. Además se formó un pongo improvisado que hizo volar mis gafas pero que las recuperé milagrosamente intactas en el suelo.
Cambio de escenario, menos abarrotado y en segunda fila. Era lo que se merecía los Big Boss Man que también habían pasado por el Playa y me habían encantado. Disfruté cada segundo a pesar de los borrachos y pesadas de turno que molestaban a los que solo queríamos bailar y escuchar bogaloo. Para definir este concepto de ver el concierto y como muestra estaban en primera fila dos bellezas, rubia y morena, impecables y ajenas a los que les rodeaban pendientes del escenario, abanico en mano. Me suenan de verlas con gente mod por mi ciudad.
Tras estos dos buenos conciertos tocaba uno de los platos fuertes, la reunión de parte de Los Enemigos con motivo de la gira del veinte aniversario del “Ferpectamente” a cargo del trío formado por Fino, Josele y Artemio. Nos dejaron un concierto inolvidable que pudo defraudar a parte de los presentes por el repertorio elegido. Alternaron temas del disco de debút como “Florinda” o la versión del “Please Please Me” de los Beatles con grandes clásicos del rock con temas de Chuck Berry o el “That’ll be the day” de Buddy Holly. Mi memoria me falla para recordar o asociar los temas con sus autores por lo que no puedo concretar más. Todo ello con ese individuo llamado Julián Hernández a dos metros de mí bailando como un poseso. Pedimos un bis que se hizo esperar tanto que al final no salió.
Me crucé la carballeira para ver a los DJs Lagartija e Israel, ambos de negro y con corbata roja. Se turnaron para hacernos bailar sin parar durante casi dos horas con grupos tan dispares como Joy Division, Los Planetas, Talking Heads o Tecnotronic. Desechada la posibilidad de coger el primer tren, me lo tomé con calma dando unas vueltas por el pueblo esperando que amaneciera del todo para recorrer con seguridad los cuatro kilómetros que separaban el centro de la estación de Portas. Casi media hora de caminata rematada en una fuente donde me lavé de cintura para arriba sin importarme los gritos de un perro al que nadie hacía caso. Recuperado el color de mi piel entré en la estación desierta y me tumbé a dormitar en un banco. Fueron apenas veinte minutos, hasta que llegó más gente y al filo de las ocho, el tren. Conseguí echar otra cabezada durante el viaje pero al llegar a Coruña a las diez y cuarto no tenía sueño y me fui a desayunar y leer los periódicos a Bonilla. Luego un paseo con diversas llamadas de teléfono y tras una placentera ducha tras desvestirme y verme las piernas negras me metí en la cama a las doce y media despertándome seis horas después.

viernes, julio 14, 2006 

Nouvelle Session

Esta tarde comenzaron mis vacaciones de forma inesperada con una invitación a una jam-session de los Nouvelle Cuisine en la finca de Gonzalo, el bajista.
Nos recogen a las seis y media en las puertas de la iglesia de San Pedro de Mezonzo para ir a la finca en Cambre donde sacaron las fotos de la maqueta “La Merienda”.
A partir de aquí y hasta el amanecer frases cortas lo definen todo.

Lunares de familia. Casi todos se bañan. El tren que pasa. Montones de kiwis. Parejas de hermanos y hermanas. La terraza como escenario. Comienza el espectáculo. Los de abajo tenemos y gritamos el track-list. La marsellesa como homenaje.Un gato en mi regazo. Muchas fotos y un video. Un beso furtivo en la frente. Nada fue un error salvo cantar (yo).
Cena de patatas, aceitunas y cervezas destempladas. Una que llega y otra que se va. Canastas de instituto. La sonoridad de la albaca en italiano. Baño nocturno. Trozos de pizza. Cumpleaños total. Dos quinces musicales y regalos a montones. Múltiples intentos para pinchar, objetivo cumplido a medias con un único fan. Un rinoceronte y algunas flores. Acabo con el “Podría volver”.

Recogida y rumbo a la city. Paso por el local y la última en el Pata donde volvemos a estar todos y más. Una vez superado el cansancio, ese último trago se alargó tres horas hasta el final bailando y cantando. Entonces el que pone música a nuestras noches me pidió que actualizase y así lo acabo de hacer.

miércoles, julio 05, 2006 

Semifinales

Me hubiera gustado continuar acudiendo al ciclo de cine pero sería muy injusto y hasta ridículo dejar a estas alturas de ver los escasos partidos que quedaban del Mundial.
Ayer pasé la tarde con Marta y las dosis habituales de compras, paseos, confesiones y encuentros con amigos o con familiares de cada uno (¿porqué siempre que voy por la calle acompañado de una chica nos encontramos con parientes y cuando voy solo nunca ocurre?). Incluso nos cruzamos con Patricia que supuso la presentación obligada de las dos amigas que saben más de mí que yo mismo y que no se conocían pero que tenían ganas de que ocurriera.
Después tocó un angustioso y excelente partido entre Alemania e Italia con la grandiosa victoria “azzurra” jaleada en el bar de siempre con Marta de acompañante y un grupo de italianas como único apoyo moral. En principio no me iba nada en el partido pero cuando llegó la prórroga estaba muy nervioso, eran muchos años viendo como los italianos caían tan cerca del título y para una vez que jugaban distinto merecían cierto apoyo.
Hoy tocó la segunda semifinal entre Francia y Portugal. Surgieron varias invitaciones y propuestas para ver el partido, casi todas incompatibles unas con otras por diferentes razones. Finalmente de nuevo al bar “salesiano”, esta vez con Álvaro, desechando los planes de ir a casa de Tóni o de Marta y Sonia la francesa. Comimos y bebimos en cantidad para matar la incertidumbre del resultado ajustado que finalmente no cambió, pasando los vecinos del nordeste a la final por uno a cero mientras los vecinos del sur y casi hermanos seguían con el juego duro que les llevó hasta las semifinales. Lo mejor fue la increíble parrafada en francés con Sonia cuando terminó el partido con la promesa de ver juntos la final.

lunes, julio 03, 2006 

Un corte fatal y un regreso

Hoy he hecho varias cosas casi olvidadas: ir a cortarme el pelo y volver al Cgai.
Pasado el cambio de estación era necesario arreglarse algo las alocadas patillas y los rebeldes mechones ya rizados. Además era el momento adecuado para ello, antes de la temporada de playa y estrenando el nuevo local de “Fatall” en las galerías de la calle Real y volver a charlar de todo (incluso de fútbol) con Belén.
Breve paso por casa para enfrentarse al espejo y quitarse algunos pelos para que mi vuelta al Cgai fuera la más correcta, incluida llevar mi camiseta de Alemania 74 para dejar claros los motivos futbolísticos de “une aussi longe absence”.
La cita era para el inicio del apasionante ciclo sobre Cine y Guerra Civil que me tendrá ocupado las próximas semanas. El primer programa versaba sobre el inicio de la guerra en Cataluña y Aragón. Constaba de cinco cortometrajes, uno de Mateo Santos y el resto de la CNT/FAI que resultaron tan curiosos como interesantes y arrancaron alguna que otra risa a coro por el lenguaje utilizado y el tratamiento de la mujer.
Al acabar la filmación salimos dispuestos a llenar los estómagos con dos bocatas de pavo y queso.

domingo, julio 02, 2006 

El conde Ory

Ayer estuvo marcado por el Francia – Brasil que debería haber visto con Marta y la francesa pero malentendidos que no vienen al caso me obligaron a verlo en familia. Poco después de asimilar la eliminación de una vulgar canarinha quedé con la gente en la hora bruja por el Soho. Era la despedida de Santos que trajo nuevas incorporaciones al dúo álvaroraquel; Santos se presentó con eljovenivan y koko a la que hacía siglos que no veía. Después tocaba ir al Pata y acabar en el Rocknroll.
Al llegar a casa se supone que iba bastante bien pero estuve a punto de vomitar y de marearme. Tampoco ayudó a dormir algo la presencia de un mosquito que si me hubiera picado habría muerto de coma etílico.
Esta tarde recuperé cierto sentido gracias al café con tortitas que me tomé en La Bottega donde había quedado con Sergio y Tóni. Les tuve que dejar pronto porque tenía que ir a la ópera con Bea a las ocho y media. La obra era “El conde Ory” de Rossini. No me acabó de convencer del todo la adaptación pero mereció la pena por la orquesta y alguna de las voces. Me sorprendió que pusieran subtítulos.Era la segunda vez que iba a la ópera; la primera fue “La Traviatta” hace unos años con mi madre que dejó el listón demasiado alto, y creo que volveré pero me gustaría conocer más detalles del género antes de decidirme.

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