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sábado, julio 29, 2006 

Contempopránea 2006 (III)

Amanecí casi a la una y sin resaca. Tras un rápido desayuno, me uní a la primera avanzadilla que nos pusimos en camino, compramos unos bocatas y bajamos a la piscina.
Qué bien sienta la ducha y el baño subsiguiente, secarse en unos minutos al sol y volver a la sombra a tumbarse y charlar rodeado de buena gente. Los demás fueron llegando, hubo otra sesión de fotos que intentaré recopilar y se marcharon a comer a casa dejándonos solos a Raquel, Iosune (¿se escribe así?) y yo.
Fuimos los únicos testigos del grupo de la invasión de la piscina grande por parte de hordas de gentes incómodas con la obligatoriedad del uso del gorro para bañarse. Fue a las cuatro y media en punto como si fuera convocada por sms en plan “pásalo” e incluso creo que circula un video en el “youtube”del acontecimiento. Sin embargo algunos no supieron saber cuando se acababa la broma cambiando la risa por el cabreo por joderte la necesaria siesta al no saber parar a tiempo uno de los momentos más impactantes del festival que se mereció una nota informativa por la noche en el recinto del festival.

Volvimos temprano, algo después de las seis. Nuestro dj favorito habló un buen rato con Raquel y le dio recuerdos para todos. Los “cocinitas” tenían prueba de sonido.Yo ya estaba algo histérico frente a la calma general. Las últimas incorporaciones iban llegando, lo máximo fue una chica que vino desde Ayamonte (Huelva) en Vespa, hasta completar los 17 que dormimos en la casa esa noche.

La cosa se retrasó más de lo esperado y tuve tiempo para comprar los últimos discos y algún regalo, llevarlos a casa y regresar antes de la actuación de los Nouvelle Cuisine.

Llegó la hora.En circunstancias normales describiría cada segundo de su actuación pero fueron tantas las cosas retenidas que llené enseguida mi memoria a corto plazo con lo que solo podré dejar ciertas pinceladas de lo vivido.

La emoción y la piel de gallina cuando la locutora dijo su nombre.
Los nervios del primer acorde.
Los primeros saltos, coros y sonrisas.
La satisfacción de mirar alrededor y ver que hasta los desconocidos se acercaban a hacer fotos.
La desesperación de ver que la cobertura era de VF Portugal y no podía compartir el momento con los ausentes.
Los agradecimientos a la trouppe de fieles seguidores.
La versión genial de “Abrazo en un terremoto”.
La presentación del grupo con Jorge olvidado y todos haciendo señas a Javi.
Para terminar, el éxtasis cuando tocaron“Record”.

Al acabar el concierto fue el único momento del festival en que lamenté no haber podido entrar al backstage para compartir el triunfo con nuestros amigos. Casi habían comenzado Underwater Tea Party cuando aparecieron casi todos. Del grupo que estaba sobre el escenario no conocía nada y de lo poco que pude apreciar me gustaron mucho; dejando a un lado su capacidad de convocar miembros de otros grupos en el escenario como Fino y el cantante de los Sunday Drivers, que su cantante fuera una chica muy irresistible o que tocaran la versión de “Mi hermano carnal”.

Después del descanso y la consabida cena tocaban Tarik y la Fábrica de Colores. Me defraudaron un poco, sonaron muy diferentes al disco, quizás a causa de la fuerza y ganas de Eric desde la batería cuyos solos eclipsaron al alma máter del grupo, el cantante y compositor Álvaro Muñoz.

La noche iba casi perfecta y aún quedaba mucho por delante, nada más y nada menos que Tachenko y La Buena Vida como siguientes grupos. Empezaron los de Zaragoza sin dar tregua con “El coche real”, “El golf”, “Arconada”, la esperada “Amable” y otras más que no recuerdo su orden pero sé que sonaron como “El tiempo en los Urales”.Lo que más llamó la atención fue un cartel del público que ponía “TEMAZO” y el salto al escenario de un individuo casi desnudo, con alas de ángel y varita que con su “estilazo” hizo las delicias de los presentes. La versión fue “Dulce mal trago”.
Es difícil poner palabras a las sensaciones que provocan LBV cuando saltan a escena, los ves ahí con unos años más encima pero notas que, en esencia, siguen siendo los de siempre. La timidez de un directo que nunca ha sido su fuerte pero que aún así consigue que te emociones desde la primera palabra, en comunión con el público más numeroso del festival. Presentaban “Vidania” que apenas había escuchado aunque conocía las canciones pero no sus títulos, es lo que tiene prestar el original y tener que contentarse con escucharlo en mp3. No nos importaba, sabíamos que tarde o temprano tocarían los himnos de cada uno, porque habiendo tantas grandes canciones se hace difícil coincidir en las preferidas. Fueron alternando los temas de su último álbum con otros como: “Verano” y “Desde hoy en adelante” de Soidemersol; de Hallelujah! “Vapor de carga” y “Qué nos va a pasar” (el mejor momento del concierto casi al final, nos puso la piel de gallina y la lágrima a punto de caer); el peso también recayó en Álbum con “Lo que dicte el corazón”, “hh:mm:ss”, “En un tiempo feliz”, “Un actor mejicano””y “Los planetas” que fue la última. Una vez más, inolvidables (por ti por siempre, de corazón).

Una vez más merecíamos una pausa para recuperarnos después de tanta emotividad, por lo que los portugueses The Gift fueron los grandes perjudicados ya que solo les vimos las tres o cuatro últimas canciones, lo suficiente para saber que tenían muchas ganas de hacer bailar al público que a buen seguro contaba con unos cuantos lusitanos. Menuda energía tenía la cantante, quizás intente conseguir alguno de sus discos.

Ya nos había dejado a todos bastante espabilados para la catarsis colectiva que montó Guille Milkyway con su Casa Azul a cuestas. Disfrutamos “como un fan” a pesar de los evidentes problemas vocales del polifacético muchacho empeñado en que coreásemos lo de “temazo”, fue un reto colectivo y merecido gritárselo en “Superguay” por ejemplo. A veces parecía que estábamos en casa cantando y “merendando galletas”. En ningún momento nadie se acordó de pedir el “Amo a Laura” pudiendo cantar temas como “Chicle Cosmos”no había lugar para otras bromas. Raquel fue la que más lo disfrutó porque además conoce a Guille en persona. Lo mejor fue, sin duda, cuando mezcló el estribillo de la genial “Fuerte” de los Surfin’ Bichos con una larga versión de “Como un fan”.
Desbandada general de amigos y público que dejaron a los algo crecidos “Second” muy solos. Ya los había visto hace dos años en el Cultura Quente.Lo intentaron pero donde no hay no se puede sacar, por mucho postureo y saltitos que hagan. Lo mejor la versión de “Fuerte” descafeinada por haber sido pinchada antes por La Casa Azul.

Cuando les llegó el turno a Humbert Humbert ya no quedaba ni un gato, en parte porque hubo problemas con el sonido y tardaron más de la cuenta en empezar y también porque comenzaba a hacer mella el cansancio acumulado. Total que salvo Raquel y yo, el resto se habían marchado.La actuación de Humbert Humbert tenía su puntillo: dos tíos vestidos de traje negro estilo cocinero minimalista haciendo una mezcla entre punk guitarrero y tecno con falsetes del cantante que parecía poseído en plan el joydivisoniano Curtis que intentaron y consiguieron parcialmente hacer bailar a los escasos supervivientes. Otro que intentaba hacer algo era el “bigotes” de Tackenko, por enésima vez y en inglés, ligarse a una chica morena que estaba cerca de mí.

Nos fuimos al amanecer desconsolados al ver que no había sesión del Dj sin que dijera nada la organización, menos mal que me acerqué a la mesa y un puto borde de mierda me dijo que “no hay Dj y si tienes alguna queja ya sabes a donde ir”. Ni que decir tiene que si llego a estar borracho la abría liado con ese individuo pero en lugar de eso me gasté mis cinco puntos que me quedaban en botellas de agua, no tenía sed pero tampoco quería tirar los puntos.

Parecía que todo llegaba a su fin, entraríamos en casa y buscaríamos nuestros sitios y a dormir, pero quedaban las risas finales. Cuando entramos, bajaron cuatro o cinco por las escaleras desde la azotea donde estuvieron viendo amanecer. Empezó la risa floja y no la conseguimos parar hasta media hora después despertando y contagiando a más de uno. Digno y gracioso final antes de intentar dormir en una colchoneta por tercera noche consecutiva alternando silencios interrumpidos por las risas contagiosas que volvían.

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