viernes, junio 30, 2006 

Nouvelle Cuisine & Junkfood

Era el plato fuerte de la jornada, doble concierto de dos grupos de amigos en el Mardigras. Antes, nueva sesión de fútbol con el primer partido de cuartos de final un emocionante Alemania – Argentina y cuando terminó recibí la visita de Bea para volcarle música en su portátil. Pasamos más de una hora eligiendo, recomendando y escuchando las piezas en formato mp3 hasta que me llamaron para subir al Tren a tomar unas tapas previas al concierto.
De los conciertos poco puedo decir que no se sepa. Los minutos previos de colegueo con unos y otros, el local se puebla de gente conocida y saltan a escena mis queridos cocinitas. Me sabía casi todo el repertorio y no pude parar desde la primera señal de Lens con las baquetas. Entre la multitud había mayoría femenina, empiezo a creer que las grouppies no son un mito. Me puse en primera fila rodeado de parte de los Junkfood y con el siempre sonriente Dani al lado disfrutando del espectáculo. Lo considero el “miembro número cinco” del grupo y yo podría ser el sexto aunque realmente tendría por delante a Alex y el alto rubio del que nunca recuerdo su nombre. En cierto tema busqué con la mirada a cierta persona que me leyó el pensamiento y sabía que la estaba buscando.
Para ver a Junkfood hubo algunas deserciones pero los más cercanos estuvimos al pie del cañón disfrutando con Mani al micro que tendría que ser el que más miradas se llevara por ser la voz cantante pero no podía competir con el bajista, Juanjo, ídolo de masas y acaparador de flashes y piropos que se sentía como pez en el agua en su papel.
Nada más acabar el corto repertorio y tras la consabida serie de abrazos y agradecimientos mutuos continué la noche quedando con Álvaro, Raquel y Juan. Varias horas en plan tranquilo que acabaron en el Pata sentados charlando hasta pasadas las tres que decidimos pirarnos para casa.

miércoles, junio 28, 2006 

Sin Mundial

Tenía que llegar. Hasta casi lo esperaba con ansias, llevaba desde el pasado día 9 monopolizando mi vida y necesitaba una pausa. Hubo días en los que incluso me veía los tres partidos del día pero a veces, después del primero tan aburrido, pasaba de ver los siguientes por pura saturación.
Ayer tocó ver la derrota de España en compañía de Marta, su amiga francesa Sonia (que disfrutó más que yo), Álvaro y Raquel (recién llegada a la city). Mejor no decir nada del partido, estábamos en el Tren, Sonia estaba histérica y yo pensaba más en las tapas que tenía delante que en si el niñato era culpable o no.
Por lo demás mi estado anímico tocó fondo horas antes tras una tensión acumulada por desavenencias familiares y dos jornadas de trabajo agotadoras rozando la desesperación que me hicieron descargar mi frustración con quién menos se lo merecía.
Entremedias un cumpleaños relajado y mi imagen que empieza a salir del anonimato poblando fotologs amigos.
Esta tarde, tras una comida familiar para celebrar la despedida de mi hermana que mañana vuelve a Londres y mi doble santo (también mañana) subimos hasta la casa nueva de mi tía y su pareja en A Zapateira donde nos quedamos hasta pasadas las ocho embriagados de tanta paz y belleza minimalista.
Para la noche tenía pensado acudir al pasacalles del Orgullo Gay pero iba muy justo de tiempo y de compañía para presentarme. Después quedamos para una de las muchas jornadas de tapas y cañas hasta la hora bruja.

De camino a casa, nos pasamos por O Campo Da Leña (aka Plaza de España) donde disfrutamos durante media hora del ambiente local mezcla de militantes activos y otra gente que convivimos con ellos y queremos vivir en un mundo más libre. Petardeo musical, globos y alguna lentejuela. Había mucha gente conocida: mi hermana y sus amigas (con Pau de cumple), Dj Flasback, habituales del Patachím, un dependiente de una conocida marca de ropa, el primer chico que me entró,…Cayeron algunos bailes que empezaron con Battiato y me gustaría haberme ido con algún tema de los Scissors Sisters pero no pudo ser. También sacaron algunas fotos, tenía ganas de quedarme aunque éstos se marcharan pero temía la jornada laboral. Me despedí de mi hermana que puede que tardemos meses en vernos y con mis tres acompañantes quedé para bajar a la playa si el tiempo lo permite.

domingo, junio 25, 2006 

Tres eran tres

Ayer amanecí pasadas las dos sin resaca pero me quedé en la cama el tiempo necesario hasta que mi madre se fue a comer a casa de mi abuela para poder disfrutar de la casa para mí solo durante al menos dos horas. Cumplí con el ritual de lavarme la cara con el agua de flores, me duché y purifiqué con calma, intentando tener un aspecto decente y me pasé una hora en paños menores recogiendo y limpiando mientras escuchaba el primer volumen del “69 Love Songs”. Me vestí en el momento oportuno, pasadas la cuatro cuando llegó el binomio Luci-Fer batiendo todos los records de la noche mágica. No quería hacer más ruido, había que dejarles dormir y bajé donde david a comer algo y ver el Alemania – Suecia. El menú improvisado consistió en un aquarius para reponer sales, una tapa de ensalada de pasta como fuente de energía, un agua para reponer líquidos y el café con leche para espabilar. Los teutones arrasaron, meten miedo y como no me convencía la alternativa de volver a casa me fui a dar un paseo de dos horas con la compañía de un vasito de helado de yogur de plátano (dosis de potasio para culminar la recuperación) y Elvis Costello en mi mp3. Agradable paseo donde pude ver a gatos dormir y comer, un cojo con muletas paseando más rápido que yo y la cara de felicidad del patético escalador con pies de gato al alcanzar su cima particular de apenas tres metros con los aplausos y sonrisas de los presentes. Solo paré los minutos necesarios para escuchar el “I Want You” del señor Costello, recuerdo de una de las muchas chicas de mi pasado a las que quise querer y no pude.
De vuelta a casa llamé a Tóni porque vi su coche en el Club pero no me cogió. Me llamó en pleno Argentina – Méjico, un gran partido con prórroga incluida, tras el cual quedé en la esquina del Bombilla con dos de mis favoritos: el dúo aciatlántico y Juan que reaparece cuando vuelve Álvaro a rendir visita. Necesitaba un café con hielo y nada mejor para hacerlo que la terraza del Bristol viendo la vida pasar y en compañía de grandes amigos. Vimos tanta “vida” pasar que decidimos verla más de cerca yendo cien metros más allá. Una llamada de número desconocido pero identidad acertada me condujo a encontrarme con tres chicas de mi mundo particular, mi hermana Luci con Fer (ya recuperados) y Emilio; Marta en doble pareja con otro Fer y por último la chica de la cabina que se incorporó al póker de chicos. Una vez más, Juan se fue antes de tiempo y nosotros subimos unos metros más arriba para charlar y tomar una copa en uno de los sitios más visitados en los últimos meses. Después tocaba el Pata y las countrygirls, esta vez estaba jotajota dirigiendo la orquesta pero la música era lo de menos, estábamos los tres amigos juntos de nuevo y lo demás no importaba.
Empezaron las deserciones, unas al Rocknroll, otros un paso fugaz e infructuoso por el Velvet y yo con la locura de pasar por el Crápula. Reencuentro en el Rocknroll justo para despedirnos e irme con mis chicos a una sesión de “playismo” milagrosamente gratuita donde acepté unos cuantos sorbos de lo que podríamos decir alcohol de quemar que causó estragos en mi persona. Aprovechamos el desfase para sacarnos más fotos, ya veréis alguna en cierto fotolog al que pretendo llegar a tiempo para hacer un comentario antes de los diez permitidos. No esperamos a que acabara la sesión para irnos pero tuve tiempo para dos momentos memorables: una grandiosa exaltación de la amistad con Juanjo (no sé porque se me ha dado por decir jotajota cuando nunca lo he llamado así) y una felicitación de cumpleaños a la única chica, amiga de amigas, que me hace ponerme de puntillas y estirar el cuello para saludarla. Sentirse pequeño la misma noche que te han llamado flaco por primera vez es realmente tan curioso como inaudito. Álvaro tuvo un ataque gastronómico de nostalgia y se lanzó a por un trozo de empanada del que comí un bocado insuficiente para quitarme el sabor de unos chupitos de Jackdaniels que no me tomé y quedarán pendientes para otra excursión del country.

Toda esta parrafada la he soltado entre las once y las dos. Me he desvelado, tras cuatro horas durmiendo no aguantaba más, eso que hoy si que tengo algo de resaca. Posibles daños colaterales de un café a deshoras o de ejercer de consejero sentimental a tiempo completo de alguien protagonista de un culebrón cada vez más enrevesado.

viernes, junio 23, 2006 

Crónica sanjuanera

La noche empezó demasiado tarde, mi cabeza quería dormir o acabar de ver el partido pero mi corazón pedía fiesta. Subí hasta el Campo de Marte sin pasar por la hoguera vecinal pero no encontré a nadie, continué hasta el portal de Marta donde ya estaban ella y Alex. Poco después se incorporaron Sonia, Bea y Luz y bajamos hasta la fiesta prevista. Mientras hacíamos cola se incorporó Juan que se encontró con su pasado periodístico en forma de dúo del Grupo Voz, él crítico musical y ella locutora con quién compartí bus al trabajo durante meses. El resto se cansaron de hacer cola y decidieron irse a la del Lenda donde llegamos un rato más tarde.
Allí tomé algo de churrasco y chorizo con un necesario café con hielo. Fueron momentos de grata conversación en los que llegó Laura (momento oportuno para Alex y yo de sacar el manual de seducción) pero un movimiento inadecuado que pasará a la posteridad me recordó la necesidad de ponerme un cinturón y fue aprovechado para ridiculizar mi anatomía trasera por parte de Alex (en pleno cortejo no existen amigos) y Marta que además se fue de la lengua con Juan. Volvimos al Campo de Marte para tomar la queimada, lamentablemente no servida por la voz más seductora de la organización que trabaja en un bar al que he ido los dos últimos días y Juan se fue. Estaba pinchando una habitual del Soho con una speaker muy ciega que parecía estar vendiendo “perritos pilotos” acompañada por una pareja que hacía malabares peligrosos con fuego. Pasaba de la hora bruja y era necesario moverse hacia As Lapas.
De camino pasamos por el Polvorín donde hablé con Jotajota. De pronto una música verbenera nos condujo al grupo unos metros más allá donde tocaba una orquesta y la liamos bailando durante casi dos horas sin parar de reír y hacer fotos. La playa podía esperar. En uno de los movimientos merengueros me olvidé de que llevaba un vaso de queimada y me vacié la mitad por la camiseta dejándome un rastro de “visvaporú” cuyos efluvios me despejaron la nariz por unos meses.
Bajamos a la playa y en el momento de incertidumbre de decidir donde instalarse no me pareció que dicho grupo diera para mucho más y me fui a dar una vuelta con rumbo aparentemente incierto pero con el radar activado para encontrarme con mi otro grupo.
Curioso que fuera Pablito al primero que localicé que me llevó hasta Santos. Puesta al día y diversos saludos a los conocidos: Iván, Rodrigo y Enma, Cris y las “countrygirls” from Madrid y la siempre presente “chica del segundo”. En pleno salto de hoguera ya bastante ciego apareció una efusiva Mónica más pasada que yo.
Unas copas más tarde, la gente fue desertando y me fui con las five girls hasta el Pata, con encuentro fugaz en plena travesía con mister coco que me cotilleó ciertas cosas interesantes de las que intentaré saber más en los próximos días relativas a nuestra filmoteca favorita. La lluvia hizo acto de presencia fuertemente y nos acompañó hasta la puerta. En el Pata parecía una noche más pero tenía something different, era Rubén el que pinchaba y sorprendió a todos, Jotajota y los “cocinitas” incluídos. Como muestra haré una frase con parte del repertorio final: “Gloria, these boots are magnetic fields in the way to San José”. Por supuesto nos quedamos hasta el final y después me superé a mi mismo como patético galán al acompañar hasta la misma casa a las five girls.

 

Llegadas mágicas

Llega la noche mágica, llega el verano, llega el momento de cortarse el pelo y llegan todos y todas: vuelven mi hermano de Alemania, mi hermana de Londres, mi padre de Almería, Santos del eje Madrid-Santiago, Álvaro y Raquel from Glasgow y también Cris y sus amigas desde Madrid.
Además tengo en unos minutos los partidos del mundial y tres fiestas de solsticio distintas (la de mi edificio, la de mi barrio y la de As Lapas) con grupos de gente tan dispar que será difícil tenerlos a todos juntos y eso sin contar otra gente que aparecerá bajo el fuego de la noche.

Motivos más que suficientes para contar lo sucedido en cuanto me recupere y celebrar otro mes más de mi diario al que cada vez le hago menos caso.

domingo, junio 18, 2006 

Demasiados cumpleaños

La semana comenzó con los preparativos para el día grande, el miércoles. Tras comprar sendos regalos, la tarde del martes y trece continuó con un encuentro fugaz con un amigo al que acabaré llamando por su nick por ateísmo y falta de costumbre de utilizar su nombre no virtual.
Un encuentro no casual me llevó al Bristol a tomar algo y después colaborar en los preparativos para una cena deliciosa para 4+1 con doble juego de nombres repetidos y llegada inesperada que finalizó con un descafeinado en El Siglo de funestas consecuencias para mi sueño posterior pero me permitió llegar a casa pasadas las doce para hacer la primera de las felicitaciones. Era el día de un cumpleaños multitudinario, coincidían dos madres y un amigo. Solo felicité a la mía y a David, con el que hablé vía telefónica ya que se encuentra en Madrid trabajando en la campaña de la renta compatibilizándolo con el estudio de su oposición. Sirvan estas líneas para felicitar a la otra madre, asidua lectora anónima de mi bitácora y madre del fotologuero del momento.
Una vez más acerté con los regalos a mi madre, dos libros y dos entradas para el concierto de Sasha Sokol, quedará otro pendiente cuando regresen mis hermanos si les parece bien la idea. El hecho de que coincidiera su cumpleaños con el primer partido de España en el Mundial me hizo desechar la propuesta de mis amigos de comer y ver juntos el exagerado debut de la selección. Se vio un gran espectáculo, sobre todo sabiendo que fue posible sin la participación inicial del “niñato” (como cantaba el planetario Jota), los poderes fácticos madrileños no consiguieron imponer su criterio por una vez.

El resto de la semana tuvo de todo: quedé para comer con Carol, soporté un aguacero tormentoso que me caló hasta los huesos con la excusa de bajar a ver un partido y fui de compras por la calle Barcelona, descubriendo una pequeña tienda de moda, “Hamevaki” con ropa finlandesa y chic de precios aún prohibitivos, dueños simpáticos y amables con sofisticación neumática y vulgaridad a partes iguales, gran futuro (en otro local) y que cuenta con web propia (www.hamevaki.com). Podría decirse que se trata de un auténtico panal de rica miel en una zona en la que escasea aunque proliferen las cutres “Abejas Rojas”.

El jueves fui al concierto de Sasha Sokol con mi madre. Le había regalado dos entradas pero no esperaba que fuera el elegido. Hubiera sido demasiado incomprensible no haber aceptado. Era en la nueva Fundación Caixa Galicia donde la acústica era bastante buena y estaba bien diseñado. En principio tenía ciertos prejuicios hacia la cantante que se incrementaron cuando salió a escena, era increíblemente guapa, alta y delgada. Me iba a resultar difícil escuchar a tanta belleza sufrir cantando rancheras. Yo pensaba que para que fueran creíbles era necesario que las cantaran voces y bellezas desgarradas como las de Chavela o Paquita la del Barrio, pero me equivoqué. Nada más terminar la primera canción ya se me puso la piel de gallina, aunque puede que fuese por el poderoso aire acondicionado. Hubo de todo: clásicas de toda la vida de letristas como Jose Alfredo Jiménez; otras fronterizas estilo la fallecida Selena o incluso un narco-corrido; una primicia fruto de un repertorio improvisado y algunos homenajes insólitos como un excelente “Aquellas pequeñas cosas” de Serrat, “A Rianxeira” (con la virgen de Guadalupe como disculpa) o un “Volver” cantado en los bises con todo el público de pie. Fue tal dicha comunión que la cantante llegó a dejar resbalar alguna lágrima no ficticia en sus desgarradoras interpretaciones. Ciertas miradas fugaces a mi madre me hicieron comprender que había conseguido hacerla feliz durante hora y media. Misión cumplida y para casa.

Finalmente tras una noche de viernes de tapas y película interrumpida por un dueto de sofás dormidos, llegó el sábado pleno de acontecimientos. Si fuera un adicto el cine sería mi heroína y el fútbol del mundial sería mi metadona. Pero esta tarde de sábado no había nada ni nadie que me impidiera recaer y alterné fútbol y cine hasta cerca de la medianoche.
La película del Forum era “Comme une image” de la directora y actriz francesa Agnès Jaoui. Trata sobre la vida de una adolescente acomplejada, hija de un escritor de éxito que la ignora, que demuestra su inseguridad creyendo que todos la juzgan por su imagen hasta que descubren de quién es hija. Me recordó a cierta etapa de mi vida (se podría titular como la canción de Dr. Explosión “Eres feo chaval”) y en ciertos momentos llegué a sentirme identificado con el personaje aunque también me gustó porque refleja ese sueño de poner “escritor” en la casilla de profesión.
Tras ver empatar a Italia salí hacia la cafetería del Playa donde quedé con Carol para ver el concierto de Junkfood. Se presentó con Paz y Beti. La primera, amiga desconocida de vuelta de “Frisco” para pasar unos meses y quién sabe si más. La segunda, una amiga común también de vuelta, ésta forzada por la limpieza “étnica” realizada por el bipartito en el ayuntamiento ourensano donde tenía su beca. Completó el póker de damas, Anita que llegó algo más tarde (reflexión si ellas son el poker yo quién sería ¿el joker?). Tras unas rondas de puesta al día y preguntas sobre los/as ausentes, bajamos al concierto. Se trataba de una iniciativa de la ONG Labañou Solidaria, con un concierto benéfico a cargo del “dream team” del Jazz Filloa y de Junkfood.
Hecho curioso conocer a gente que representaba a los tres protagonistas. Mi madre y mis tíos son socios de la ong y amigos de los principales impulsores, la gente del centro de salud de Labañou. Por dichos motivos es mi centro de salud y no el que me tocaría (quizás me cambie al de Orillamar cuando lo hagan), hablé con ellos un rato, incluso volví a ver a parte de sus hijos quince años después con la impresión que eso supone, además resulto que Paz también les conocía.
Del Filloa nunca he sido asiduo pero un encuentro fortuito con un antiguo amigo y casi familiar (el hijo de mi madrina) que me saca diez años me llevó a una noche de farra hace años que se prolongó durante varias horas en dicho local cuando solo quedaba el dueño y dio para una conversación etílica, histórica (repasaron diez años de sus vidas) y, por tanto, tan inolvidable que no volví a verlos hasta que hoy cuando el dueño pisaba el escenario tocando maravillosamente el saxo.La cantidad de gente mayor y “jazzística” abandonó el local cuando comenzaron los nuevos Junkfood. Amigos y conocidos en el escenario rodeados de una veintena de amigos y conocidos en el público. Arriba, la voz del fakininglis Mánuel, el bajo del polifacético Juanjo, la guitarra del smiley-teacher Richard (léase Ruichar) y Jacobo en la batera. Abajo, compañeros de grupo y de local de ensayo, amigos, amigas, hermanas y alguna ex, vamos a poner nombres: Héctor, Pepe, la trouppe de los cocinitas, Vanessa, el póker de damas y el aquí presente. Una única ausencia no preguntada por todos los que debieran. Efusivo concierto que continuó desperdigándonos primero algunos en el Soho y reencontrándonos en menor número en el Patachím hasta el cierre. Momento en el que la cordura me llevaba hacia casa, previa búsqueda de taxi para Carol mientras que un batallón comandado por dos chaquetas alemanas iba camino del Velvet a donde había prometido ir para reencontrarme con amigos antiguos y recientes que celebraban el cumpleaños del no tan joven Iván. Treinta y una disculpas chicos (número al azar).

domingo, junio 11, 2006 

Fútbol o cine

Han ido pasando películas señaladas en mi agenda pero que no he ido a ver, es tiempo de fútbol, el mundial lo absorbe todo y si encima tienes al genial Andrés Montes como comentarista la diversión está garantizada y la elección de cadena también.
Por ello ha sido una semana de adaptación de horarios. La jornada de verano está siendo dura y parece que durante lo que queda de mes seguiremos con mucho curro. Salir a las tres me permite volver a comer con mi madre aunque también suponga comer mucho más.

Pero no todo ha sido la cita mundialista.El miércoles culminé mi segunda excursión fashion con Tonecho y Tóni rumbo a Lugo al centro comercial “As Termas” donde hay un “Hache y eMe”. Me dejé más pelas de lo que creía pero salió barato: un pantalón, dos camisetas, un polo, un bañador y seis pares de calcetines tobilleros por menos de 60 euros. Por cierto, antes de ir, entré en la web de la tienda, donde puedes confeccionar tu modelo y vestirlo con las prendas de temporada, está en inglés pero es amena y divertida.
El mal trago lo pasé cuando le tuve que comprar una camiseta de España a mi hermano, le llamé para ver si era en serio o era una broma pero me confirmó que la quería para el viaje a Alemania con su novia para conocer a los padres teutones de ella. Me sentí como un palestino comprando una estrella de David ante las miradas de la gente.
Después de la excursión tomamos algo en el Club del Mar y nos despedimos hasta casi después del mundial aunque seguramente acabaremos quedando para ver algún partido. Me pasé por la casa de mi hermano a darle la camiseta, momento apropiado para ver su casa por primera vez y eso que ya lleva viviendo allí más de cuatro meses.

El comienzo del Mundial ha marcado el resto de la semana, dedicándole casi todo el tiempo libre. Me he visto todos los partidos, la mayoría en directo. Menos mal que los he compaginado con alguna sesión de video sin terminar y con las dos últimas noches en que he vuelto a salir y a probar el alcohol.

El viernes quedé para salir, había que retomar viejos hábitos y que lucir las últimas prendas. Hubo un momento en que me sentí como un lacayo que bajó de su carroza para recoger a una princesa de punta en blanco y modales exquisitos si no tenemos en cuenta las patadas traicioneras y los continuos viajes al baño. Disfruté de mi primera visita a dos locales de los que me habían hablado muy bien el “Jazz Café” y el “Bamba” donde veré los partidos de Brasil. Volvimos al Pata, hicimos amigos entre cánticos y bailes; me reencontré con un antiguo compañero de colegio de hace más de veinte años, Fernando, que me seguía recordando y formamos un corro casi privado con la trouppe de los Nouvelle al completo. No bebí demasiado pero me fumé un par de pitillos, empiezo a pensar que el alcohol no es el culpable.

Ayer tocaba cena en casa de Bea para celebrar su cumple, consiguió algo inaudito, casi una hazaña, juntar a doce amigos y amigas al mismo tiempo y pasárnoslo en grande, la comida era lo de menos. Después tocaba “orzaneo” a mi pesar, aunque peor fue ir al Havana Viejo cerca del Milenium, espero no tener que volver a ir por allí hasta bien cumplidos los cuarenta. Cuando conseguimos aparcar todos los coches fuimos a “El Fuente” abarrotado y con las cristaleras tan cerca que se hacía raro no mirar a todo el que pasaba por delante, el mercado de la carne, dicen. La sección más alternativa del grupo propuso el “oasis” del Lautrec pero estaba casi vacío y con flamencadas. Cuando se empezó a llenar y a cambiar la música (más cercana al jazz- fussion y el funk) era tarde ya, estábamos tan cansados que nos marchamos para casa pasadas las cuatro salvo Alex y Bea que decidieron quedarse un poco más. Nada más llegar puse el video para ver el partido de Argentina y Costa de Marfil, aguantando hasta el final.

Hoy seguí con el deporte desde mi sillón, trabajando todos los músculos a base de fórmula 1, fútbol, tenis, baloncesto (força Penya) y más fútbol con el esperado Portugal – Angola jugado en Colonia (chiste fácil, podrían haber elegido otro sitio para este partido). Por cierto, cuando mi madre llevó ayer a mi hermano y su novia a Santiago para su viaje hacia Alemania, estaba lleno de portugueses y angoleños dispuestos a dejar claro que compartieron un pasado pero que les espera un futuro muy distinto.

lunes, junio 05, 2006 

Paseos

Lo que más he hecho en estas últimas semanas ha sido pasear, solo y acompañado, aprovechando la llegada del sol por estas latitudes y buscar las ansiadas terrazas con los amigos que vuelven a dejarse ver, con la playa tan llena y tanto calor que cuesta caer en la tentación pero se acabará cayendo en cuanto me compre la crema más natural posible con factor superior al 20.

Mi cuerpo necesitaba descanso nocturno tras varias semanas bebiéndomelo todo y sudando la gota gorda en la noche coruñesa y la terapia alternativa más conveniente era el reposo y el recogimiento. Los calores veraniegos y las multitudes convierten a las noches en demasiado largas y era necesario una pausa para no morir de éxito sin haber catado los tres meses estivales.
Mis sospechas eran fundadas y mi cuerpo acusó los excesos; he recibido los resultados del examen médico anual de la empresa y el hígado, concretamente, las transaminasas se me han disparado con lo cual pasaré una temporada como un pez en el agua dejando la cerveza para grandes ocasiones. Por lo menos estaré abstemio hasta los días previos a San Juan y a partir de ahí será difícil que no caigan alguna estrella que otra pero con moderación que un hipocondríaco no deja de serlo por mucha fiesta que le rodee.

La faceta cinéfila del diario va quedando estancada con la llegada del calor y las citas alternativas. Únicamente una película vista en pantalla grande durante las dos últimas semanas la penosa (y me quedo corto) X-Men III dirigida por alguien que no merece ser nombrado ni comparado con el director de las dos anteriores Bryan Singer que no sé cuando decidió desmarcarse del proyecto para rodar la nueva versión de Superman.
La fui a ver el día 31 a los Filmax con Sonia, Marta y Alex, compañero habitual de las películas de superhéroes. Antes fuimos a comprar el regalo para Bea que hoy está de cumple, menos Marta que nos veía en la cola del cine. Cuando terminó la película nos quitamos el mal sabor de boca cenando en el Gino’s aprovechando una oferta que venía en las entradas. No estuvo mal para ser la primera vez y la oferta es interesante.
Las otras sesiones cinéfilas fueron de fin de semana con un sofá cada vez más adaptado a mí, cena a base de pizzas o crepês del “Chapa” (que me recordaron tiempos remotos con meriendas a base de “claros de luna”) acompañados de saladitos, nubes sangrientas de remolacha y queso o increíbles inventos como las patatas fritas onduladas a la vinagreta tan incomibles como algunas pizzas de plástico y en la pantalla una de chicas tan listas como guapas e incomprendidas y una doble sesión de héroes de juventud semidesnudos y en blanco y negro.

También hubo tiempo para soñar con viajes imposibles y elegir las vacaciones más completas de los últimos años. La experiencia del año pasado de quedarme aquí no la volveré a repetir.
Hasta ocurrió algo inaudito como fue una excursión la tarde del viernes de tres amigos en busca de ropa para renovar el vestuario. La primera fase de viaje de compras fue en el centro comercial Odeón de Narón y se completó con hazañas como comprarme mis primeras prendas de “Beskra”: una cazadora blanca y ligera y una camiseta con arraigo sentimental por ser del mundial (Alemania 74) en que lancé las últimas patadas antes de nacer. Para completar el cupo unos finos jeans de Zara. La siguiente fase será uno de éstos días con una excursión a Lugo a la tienda de “H & M” y lograr esa sensación tan placentera de sentirse diferente y haberse vestido por el enemigo.

Y más llegadas sorpresa: familiares lejanos con los que conversar y volver a la aldea donde poder contemplar a la generación de padres y tíos que charlan felices o amigos lectores emigrados que suponen más tapas, aguas y terrazas y leves intentos de arreglar el país.

Para terminar mi particular homenaje a dos figuras que han sido noticia estos días (no se alarmen queridos lectores que no va por ahí la cosa): mi admirado Paul Auster, uno de los motivos por los que viajaría a ese país que odio y que nunca visitaré sería conocer el NY que retrata mi gurú del azar; y Norma Jean que supuestamente sería una entrañable abuelita si estuviera viva y no sirviera como icono agnóstico de cabecera para las camas de chicas inolvidables como mi hermana, perfecto sustituto del espantoso crucifijo protector de otros tiempos que nunca tuve ni tendré.

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