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viernes, junio 23, 2006 

Crónica sanjuanera

La noche empezó demasiado tarde, mi cabeza quería dormir o acabar de ver el partido pero mi corazón pedía fiesta. Subí hasta el Campo de Marte sin pasar por la hoguera vecinal pero no encontré a nadie, continué hasta el portal de Marta donde ya estaban ella y Alex. Poco después se incorporaron Sonia, Bea y Luz y bajamos hasta la fiesta prevista. Mientras hacíamos cola se incorporó Juan que se encontró con su pasado periodístico en forma de dúo del Grupo Voz, él crítico musical y ella locutora con quién compartí bus al trabajo durante meses. El resto se cansaron de hacer cola y decidieron irse a la del Lenda donde llegamos un rato más tarde.
Allí tomé algo de churrasco y chorizo con un necesario café con hielo. Fueron momentos de grata conversación en los que llegó Laura (momento oportuno para Alex y yo de sacar el manual de seducción) pero un movimiento inadecuado que pasará a la posteridad me recordó la necesidad de ponerme un cinturón y fue aprovechado para ridiculizar mi anatomía trasera por parte de Alex (en pleno cortejo no existen amigos) y Marta que además se fue de la lengua con Juan. Volvimos al Campo de Marte para tomar la queimada, lamentablemente no servida por la voz más seductora de la organización que trabaja en un bar al que he ido los dos últimos días y Juan se fue. Estaba pinchando una habitual del Soho con una speaker muy ciega que parecía estar vendiendo “perritos pilotos” acompañada por una pareja que hacía malabares peligrosos con fuego. Pasaba de la hora bruja y era necesario moverse hacia As Lapas.
De camino pasamos por el Polvorín donde hablé con Jotajota. De pronto una música verbenera nos condujo al grupo unos metros más allá donde tocaba una orquesta y la liamos bailando durante casi dos horas sin parar de reír y hacer fotos. La playa podía esperar. En uno de los movimientos merengueros me olvidé de que llevaba un vaso de queimada y me vacié la mitad por la camiseta dejándome un rastro de “visvaporú” cuyos efluvios me despejaron la nariz por unos meses.
Bajamos a la playa y en el momento de incertidumbre de decidir donde instalarse no me pareció que dicho grupo diera para mucho más y me fui a dar una vuelta con rumbo aparentemente incierto pero con el radar activado para encontrarme con mi otro grupo.
Curioso que fuera Pablito al primero que localicé que me llevó hasta Santos. Puesta al día y diversos saludos a los conocidos: Iván, Rodrigo y Enma, Cris y las “countrygirls” from Madrid y la siempre presente “chica del segundo”. En pleno salto de hoguera ya bastante ciego apareció una efusiva Mónica más pasada que yo.
Unas copas más tarde, la gente fue desertando y me fui con las five girls hasta el Pata, con encuentro fugaz en plena travesía con mister coco que me cotilleó ciertas cosas interesantes de las que intentaré saber más en los próximos días relativas a nuestra filmoteca favorita. La lluvia hizo acto de presencia fuertemente y nos acompañó hasta la puerta. En el Pata parecía una noche más pero tenía something different, era Rubén el que pinchaba y sorprendió a todos, Jotajota y los “cocinitas” incluídos. Como muestra haré una frase con parte del repertorio final: “Gloria, these boots are magnetic fields in the way to San José”. Por supuesto nos quedamos hasta el final y después me superé a mi mismo como patético galán al acompañar hasta la misma casa a las five girls.

Vaya que mal,al final no subí la foto porque no estaba bien hecha pero me da rabia tu comentario...hoy si que estas en mi flog....

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