El Sabor de la Sandía
Conocía bastante la trayectoria del director Tsai Ming-liang por un ciclo que le dedicaron el año pasado en el Cgai del que faltaba esta película por ser demasiado reciente. En sus películas parece que no pasa nada interesante pero si las visionas en su conjunto, como un todo, te das cuenta de que lo que nos muestra consigue enfatizar indirectamente esas ideas que nos quiere transmitir. Estaba familiarizado con sus marcas de fábrica y actores fetiche, conocía sus miedos o su sentido del humor y además habían dado una publicidad inusitada en los telediarios a esta película como para pensar que no me iba a sorprender pero sí que lo hizo.
La escena más comentada y utilizada para dichos reportajes ocurría en los primeros minutos de metraje y juntaba a una pareja disfrazada de médico y enfermera en una cama con sexo y una sandía de por medio.
Viendo solo esa parte y las promociones en los medios nos centraríamos en la polémica causada por las escenas de sexo muy explícito que suceden en la película. No estoy diciendo que no sean fuertes, que lo son, incluso algo excesivas pero no censurables, la cuestión es saber encuadrarlas dentro del argumento. Ahí si que tienen su sentido y buscan el objetivo contrario al que pretenden mostrar. Es sexo sin tapujos, porno amateur que choca con la soledad y aislamiento en un mundo desestabilizado por la falta de agua, metáfora perfecta de la sequía de sentimientos de la sociedad actual.
Separando esa realidad social amarga y silenciosa están las parodias musicales, auténticas explosiones de colorido y sonrisas que ya estuvieron presentes en alguna de las anteriores películas del director afincado en Taiwan.
Como también estaban presentes los dos protagonistas, que ya salieron en “What Time Is It There?” intentando acabar lo que no habían podido comenzar en dicho film, una atracción vital tan sensual que contrasta con la brutalidad con que nos muestra el porno aunque finalmente las dos historias se funden en una brutal secuencia final.
Es difícil explicar porqué la recomendarías sin desvelar parte de su magia. Destrozar algo que tiene que verse globalmente para ser comprendido resaltando momentos cómicos o desagradables (cada uno tiene sus gustos) sería ser injusto. Simplemente, vete y luego me cuentas, no sabrás porqué pero te gustará.
La escena más comentada y utilizada para dichos reportajes ocurría en los primeros minutos de metraje y juntaba a una pareja disfrazada de médico y enfermera en una cama con sexo y una sandía de por medio.
Viendo solo esa parte y las promociones en los medios nos centraríamos en la polémica causada por las escenas de sexo muy explícito que suceden en la película. No estoy diciendo que no sean fuertes, que lo son, incluso algo excesivas pero no censurables, la cuestión es saber encuadrarlas dentro del argumento. Ahí si que tienen su sentido y buscan el objetivo contrario al que pretenden mostrar. Es sexo sin tapujos, porno amateur que choca con la soledad y aislamiento en un mundo desestabilizado por la falta de agua, metáfora perfecta de la sequía de sentimientos de la sociedad actual.
Separando esa realidad social amarga y silenciosa están las parodias musicales, auténticas explosiones de colorido y sonrisas que ya estuvieron presentes en alguna de las anteriores películas del director afincado en Taiwan.
Como también estaban presentes los dos protagonistas, que ya salieron en “What Time Is It There?” intentando acabar lo que no habían podido comenzar en dicho film, una atracción vital tan sensual que contrasta con la brutalidad con que nos muestra el porno aunque finalmente las dos historias se funden en una brutal secuencia final.
Es difícil explicar porqué la recomendarías sin desvelar parte de su magia. Destrozar algo que tiene que verse globalmente para ser comprendido resaltando momentos cómicos o desagradables (cada uno tiene sus gustos) sería ser injusto. Simplemente, vete y luego me cuentas, no sabrás porqué pero te gustará.
