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viernes, agosto 26, 2005 

Aires nuevos en el Soho

Acaba la semana laboral igual de aburrida que la anterior, es duro decirlo pero tengo ganas de que vuelva el ritmo frenético de trabajo, no aguanto pasarme varias horas sin cosas que hacer, prefiero la época estresante de no parar en toda la jornada. Superado el trance fui a comer a La Masía con mi padre y mi hermano. El resto de la tarde hasta las ocho lo he pasado en la biblioteca recopilando fechas y notas para mi base de datos sobre películas vistas en el cine. Me puse un día de casualidad y ya levo registradas más de quinientas, tengo datos aproximados de los últimos cinco años pero quiero seguir hacia atrás con la década de los noventa. También he pasado por la feria del libro antiguo para preguntar por ejemplares de libros descatalogados que quiero leer y no están disponibles en las bibliotecas.
Cuando estaba cerca de casa con los cascos puestos, escuchando obsesivamente el Costabravismo de LCB, gritan mi nombre miro hacia todos los lados y veo a mi madre agitando los brazos desde una ventana de mi edificio que no es la suya. En estos casos no suelo sentir vergüenza, lo veo como una situación atípica pero normal e incluso sonrío. Me pasé el resto de la tarde-noche viendo el triunfo del Liverpool en la Supercopa de Europa con Cissé en plan estelar. El cansancio habitual de la noche de los viernes me tentaba a quedarme tirado en el sofá pero la llegada de Carolo para salir con su hermano Santos acabó por convencerme. Parecía que la ciudad estaría desierta por el concierto de Juanes que se llevaría a todo el pijerío mientras buena parte de los indies estarían en el concierto alternativo de Los Mistakens, quedando el resto para poblar la noche. Quedamos los tres en el Soho, tenía algo especial desde la última vez que estuve, el calor habitual desaparecía para dejar paso a dos aparatos de aire acondicionado cuya regulación exagerada nos iba a congelar. Además habían tirado un tabique haciendo más amplio el camino hacia los servicios pero se acumulaba más gente que antes sin el efecto embudo de siempre. Habíamos decidido que la noche sería ligera y luego nos pasamos por el Patachím. La casualidad hizo que coincidiéramos con Iria, la amiga de Pepi, que estaba con una pareja mixta. Como Santos había bajado su cámara y cada vez que podía estaba sacando fotos, en una de ellas se pusieron delante posando y decidió disparar. Lo curioso es que si la quieren ver tendrán que pedírsela, siempre y cuando no se le ocurra colgarla en alguna web o mandársela a Pepi para que sea la intermediaria. Para terminar la noche accedí a pasar por el Soda, comprobando que sigue sin gustarme, y de vuelta a casa una foto mágica: en las escaleras paralelas al instituto con las paredes cubiertas de graffitis Santos coge las bolas rotas de dos farolas a modo de balanza y yo disparo…(ahora tendría que colgar la foto pero no me la pasó).

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