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lunes, octubre 09, 2006 

Vacances again

Como mola lo de juntar los tres días sueltos que me quedaban con un festivo y el puente del viernes que me corresponde. Casi diez días de vacaciones, qué bien me vienen. Podía haberme ido a Madrid o Valencia pero tengo unos gastos más urgentes como una tele de más de 14” con mando a distancia que la del piso me deja ciego y cambiar los cristales de las gafas después de dos años para amortizarlos y darme cuenta (gracias a la tele) que necesito ver sin tantos rayazos.
Increíblemente no he ido en toda la semana al cine, ha sido debido en parte a la lluvia constante y lo he compensado tirando del DVD en el hogar. Quizás con el tiempo me anime a citar las películas que veo en casa porque hasta ahora me he limitado a las de la pantalla grande.
El viernes hicimos la primera cena del piso, resultó un éxito gracias a la ayuda externa. Deberíamos haber sido nueve o diez, un alarde de locura mutua inaugural nos hizo elegir los invitados sin pensar en la capacidad limitada para poder sentarnos todos, por lo que gracias a la comprensión de unos (primeros de la lista de una futura cena) y la ausencia de otros (excusa justificada o no) quedamos cinco. Tuve que compaginar las idas y venidas al supermercado con una cita en La Bottega con amigos comprensivos y compañeros de viaje a Lugo esta semana en la expedición de otoño al H&M.
La cena resultó un tanto perjudicial, unos a base de licor café y otros a base de ron salimos de allí hacia el Patachím donde degustamos más bebidas, parlamentamos con los escasos conocidos o esquivamos unas gafas hechas de pajitas que buscaban todas las cabezas presentes. El licor café me vuelve serio y es el antitarima perfecto (lo tendré en cuenta).Me fui solo al piso sabiendo que ella llegaría más tarde y peor que yo por lo que la esperé despierto. El instinto me decía que debería estar despierto para recoger los pedazos, presientes la caída y ahí estás para echar una mano y ayudarla a levantarse.
El sábado salí de casa para comer en casa de mi tía encontrándome a unos metros con los bloques de piedra caídos de una fachada que gracias a la hora y a ser festivo local evitó una gran tragedia. Luego volví para casa, recibimos visita saldada con unos tés, bajé a ver el patético partido de la roja y ya no salí hasta el día siguiente para comer con mi padre. Vuelta al hogar y tarde atípica de domingo, parada en la Tata para ver pinchar a Iago y un heladito previo al concierto de Ultracuerpos, Majestics y Meu en Maria Pita.
Me sorprendieron los primeros, había leído y escuchado cosas buenas sobre ellos pero no los había visto, superaron con creces mis expectativas. Alargamos el descanso con parte de los cocinitas tomando algo en la calle Barrera acumulando Mondosonoros y pasamos de ver a los Majestics volviendo justo para ver a Meu. Digamos que tenía más información sobre ellos pero tampoco los había visto en directo por incompatibilidad de horarios y acontecimientos, siempre coincidían sus actuaciones demasiado lejos o había algo más interesante. También me gustaron mucho, incluido los excesos del cantante y las versiones finales del “Phycokiller” y una mítica versión de The Clash escuchada de lejos en plena desbandada.
Tiempo justo para dejar a la compañera de piso (de uno) y hermana (del otro) en casa y cenar un sándwich de queso (uno) y un perrazo (otro). Finalizar la noche en plena fiesta post-conciertos en el Soho con una caña igual que la de mi-tocayo-fumichino-con-nuevo-corte-de-pelo presente mientras que el veinteañero que me acompañaba optaba por el zumo de rigor. Podría haber seguido solo de juerga pero un dolor de cabeza persistente cambio el Soho por el sofá y Punset como pastilla esfervescente.

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