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sábado, enero 07, 2006 

Besos de mano

En cuanto llegué al punto de encuentro decidimos ir a comer algo. Fuimos dejando sitios llenos por el camino hasta que, algo desesperados del abarrote, optamos por unas tapas en O’Corno. Juan tenía planes matinales y nos dejó pronto. Seguimos la noche por O Alfaiate y La Gloira donde la falta de sitio, la sonrisa y amabilidad de Sonia nos hizo quedarnos en la barra tomando dos rondas intercambiables de té moro y caña.
Tocaba mover el esqueleto y que mejor sitio que el Patachím. En nuestra larga estancia nos pasó de todo. Lens encontró un móvil en el suelo y a Vanessa (la camarera, hermana de Juanjo el Dj) se le ocurrió leer los sms para ver si era alguien conocido. Le dijo a Lens que había un sms que ponía su nombre, lo miró y reconoció el mensaje, era mi móvil.
Segundo hecho curioso, voy al baño y coincido con Guille y Javi. Comenzamos una conversación tan infinita como interesante formada por un trío de incondicionales del lugar que nos hace olvidar el motivo por el que estamos allí, vamos dejando pasar a la gente hasta que las vejigas aprietan de nuevo.
La anécdota más recordada será la siguiente: sonaban Los Planetas, nos dejamos llevar por viejos instintos y bailamos. De repente se nos cuelga el típico borracho (mientras yo me fijaba en su amiga), le dejamos saltar con nosotros y entonces, nos besó la mano y no le dimos importancia (este tío está ciego, pensamos) pero de ahí pasó a lamerme el cuello y elegantemente moviendo mi dedo índice le dejé clara mi negativa para ir más allá, le quedó tan claro que le hizo huir al baño.
Este párrafo anterior supondrá un nuevo periodo de reflexión acerca de la imagen que doy porque es la segunda vez que me pasa en menos de seis meses y en el mismo sitio, además acompañado de Álvaro las dos veces. Me temo que parecemos demasiado una especie de Batman y Robin.
Este episodio y el alcohol acumulado me provocaron una laguna que me impide recordar lo que hicimos después; fuimos a un Velvet casi vacío donde vimos a Iván con mirada ausente formando un trío que parecía una hermandad. Creo que lo siguiente fue un paso rápido por un Desquite en pleno cierre y resto de la noche bailando en el Mardigras. Cuando acabó hablamos con Sara y Raquel; conversación a base de “personajes atlánticos”, sugus y camisetas autoeditadas de nombre “mariquinha” o algo así (difícil de recordar dadas las circunstancias) que estarán disponibles próximamente en las mejores tiendas y se merecerán el enlace correspondiente cuando decida darle un lavado de cara a este diario. Como recuerdo final me viene a la memoria que iba de camino a casa y le dije algo a Paula Martins cuyos ojos brillaban más que los míos.

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