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jueves, junio 23, 2005 

Noite meiga e outro mes

El día más largo o la noche más corta menudo dilema. Por segundo año consecutivo tengo que trabajar al día siguiente con lo cual existen limitaciones a la juerga nocturna. La verdad es que con el paso de los años se ha vuelto rutinaria, comenzaba a perder la magia de la adolescencia para casi convertirse en una noche de verano más. Por eso durante la tarde no hago nada y estoy medio depre por las hogueras pasadas. Pero me sigue gustando bajar a cenar en la fiesta del edificio y después quedar con los amigos e ir hacia la playa. No tenía planes anticipados con lo cual, esperé como una doncella en su balcón a que me llamaran. Fue Sonia la que me contó que habían quedado en hacer una fiesta en As Lapas sobre las diez, le encargué unas cervezas y quedé en pasarme por allí. Comencé la búsqueda de ropa vieja para ponerme, pero no encontraba calzado apropiado y me decidí por unas atrevidas sandalias. Estuve cenando algo abajo y saludando a los vecinos. Larga caminata, llamada y búsqueda del grupo. Unas veinte personas, mayoría desconocida, manta o tela para sentarse y muchas bolsas de comida y bebida. Decidí descalzarme de inmediato De gente conocida estaban: Sonia, Silvia, Bea, Susana, Luz, Aida y Junior. Me comentaron por encima quienes eran el resto y distinguí a un antiguo compañero del instituto aunque solo me acordaba de su apodo y no de su nombre. Interrogué a mis amigas y me contaron que se llamaba Alejandro y se casaba en unos días con otra chica que había por allí. Las circunstancias me obligaron a hacer una foto al grupo de los novios y así pude interpretar el juego de “hola Alex, qué tal, cuánto tiempo...” sabiendo que no se acordaría de mi nombre y acabaría sus respuestas con “si, muchos años,..TIO”(tranquilo que no le voy a desvelar tu apodo a tu futura mujer y hacerte pasar un mal rato).Entre latas de cerveza y conversaciones banales fueron pasando las horas. Empezaron las idas y venidas, las visitas a otras hogueras y personas distinguidas entre luces y sombras. Primero me encontré con Maria Suñer que estaba en la carpa del Sham-Rock, me contó que la hicieron indefinida en Attento y en horario nocturno (el que quería).Este encuentro me llevó a ver a Susana Vidal y su hermano, saltamos una vez la hoguera y Su cayó mal y se jodió un pie. De repente, pasaban a mi lado Dani y Miri que iban hacia el grupo patachinero de Juanjo, Vanesa y Natalia. Breve charla con unos, ligeros saludos a otros y veo a mi amigo Alex que ya había llegado, vuelta a la hoguera. La gente va pululando como luciérnagas sin rumbo, rinden visita Quin (hermano de Álvaro) y Manu con Bea de anfitriona, Marian con dos chicas (una es Luci ya la confundiré más).Se cae la hoguera momento justo para hacer el primer salto. Las tradiciones no están claras; unos dicen que son tres saltos, otros que sean impares, que no valen en distintas hogueras. Por si acaso como llevo uno en cada hoguera decido saltar otros dos hasta completar los tres en cada una. En la nuestra me sigue Aida, casi nos freímos los pies y caemos encima de unos chorizos (que no llegué a probar).Hay diferentes ambientes musicales(enxebre, hip-hop, electro e indie) y me sorprendo cuando suena Shady Lane de Pavement que se convierte en un momento mágico porque me evoca otros tiempos aunque no recordaba ni el grupo ni el album llegando a preguntarle a Dani.Mi pacto etílico con Hijos De Rivera ya me había llevado a la orilla tres veces metiéndome hasta los tobillos (para no mearme los pies vigilando el rumbo de la espuma).Yo sigo con mis saltos, cada vez más borracho y me desabrocho la camisa por el calor, dejando al aire mi camiseta de tirantes que con mi pantalón remangado y los pies descalzos me hacen parecer el hijo bastardo de Chanquete. Parezco una bola de pinball rebotando, parando a dar la vara en las hogueras de los alrededores a todos los conocidos. Pasan de las tres y decido que no hay más alternativa que marchar o morir. Decido marchar y se me hace eterna la cuesta, parezco un ciclista en las curvas del Tourmalet dando bandazos de izquierda a derecha. Al llegar arriba mientras me recupero del esfuerzo y ligero mareo, veo pasar a Cristina la compañera de Iago y Ana que cojea y se lamenta. El buen samaritano actúa hasta borracho y le ofrezco mi ayuda, previa identificación para constatar el nivel etílico de ambos. Su reacción es buena dadas las circunstancias (estás sola y herida un tío al que has visto tambalearse unos metros antes se te acerca y te dices “ahora no tengo ganas de soportar a un borracho como me diga algo le meto una hostia”), me dice que va hacia la Casa del Mar y le digo que le ayudo a coger un taxi, los hados nos son propicios y a los pocos metros viene uno que paro con un movimiento sereno impensable unos minutos antes. Me despido sin haberle deseado buena suerte (no se puede estar en todo) pero agradeciéndole su ofrecimiento de acercarme unos metros porque prefiero ir caminando para despejarme.
Llego a casa y como mi intención inicial era volver sobre la una dejé el ordenador encendido descargándose mp3, con lo cual voy directo al salón pero lo veo apagado. Ante dicha situación lo normal sería acostarse y pasar de todo teniendo en cuenta que a las ocho tienes que estar currando; sin embargo el cerebro alcoholizado prefiere encender el ordenador y ver lo que se ha descargado. Esta sencilla y rápida operación se prolonga más de una hora hasta que vuelven los reflejos y pasadas las cinco me meto en la cama.
Una larga noche que coincide con otro mes más en esta bitácora a veces patética por ser tan real.

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