Estoy en el CGAI

Llevo dos días sin pegar ojo sin ganas de nada, volcándome en mi trabajo para intentar olvidar mi problema paterno. No paro de darle vueltas, entiendo que me dejé llevar un poco, que salté demasiado rápido pero de ahí a que se me considere el único culpable hay un abismo. Ya está mi madre presionándome para que le llame, yo le digo que no tengo nada que hablar con él, es él quien tiene que llamarme y pedirme disculpas ya estoy harto de poner la otra mejilla siempre con mi padre. Con el cuento de que se mata a trabajar para darnos lo mejor se cree que el mundo tiene que girar alrededor suyo. Siempre ha sido una situación difícil, me he sentido un incomprendido al quejarme de mi padre ante parte de mi familia. Para ellos tengo que tragar con todo porque ha hecho y sigue haciendo muchos sacrificios por nosotros. La época de admiración hace mucho que quedó atrás, sus valores no son los míos y no me aporta nada como persona. Podría decirle muchas cosas: que no necesito ser el mejor ni ganar mucho dinero para ser feliz; que me contento con trabajar ocho horas y disfrutar de la vida a trabajar más de diez para estar forrado y estresado; que no me gusta conducir porque no quiero encontrarme con conductores intolerantes como él que parece que es el único que conduce bien en todo el mundo; que me gusta el cine aunque la última película que vio en las pantallas fuera una de Cantinflas o del oeste; que le presentaré a mis novias cuando él me presente a las suyas; que está cometiendo los mismos errores con su hijo pequeño al darle premios y castigos por cada cosa que hace; que le quiero y me gustaría poder hablar de más cosas con él aparte de fútbol sin discutir aunque sé que ya es imposible.
Todo esto me ha dejado agotado y no he llamado ni quedado con nadie, salvo que me encontré con Sonia al coger el bus pero no le conté nada.