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viernes, mayo 06, 2005 

Despedida sin fin

Pasar casi veinte horas seguidas con las mismas personas te deja agotado aunque te lleves muy bien con ellas. La jornada empezó a las nueve y duró hasta las dos de la madrugada. Tiene una explicación, habían organizado una comida y una cena en el trabajo porque Carlos cumplía 15 años en la empresa y querían darle un homenaje sorpresa; además era el último día de otra compañera Montse que se va a Pontevedra a trabajar para una amiga y estar más cerca de su marido que vive allí y solo se podían ver los fines de semana. En vez de juntar las dos en una se decidió hacer comida y cena el mismo día y trabajar solo hasta las tres. Fuimos a comer a O Bebedeiro, no había estado nunca y se come muy bien (algo caro aunque pagó la empresa). Estuvimos entre unas cosas y otras hasta las cinco y media. Hubo gente que prefirió irse para casa un rato, no les apetecía reenganchar con la cena. La tentación de tener la casa al lado no fue suficiente para convencerme y me apunté a seguir la juerga. Había varias alternativas pero nos decidimos por ir a la bolera al Temple Bowling. Tampoco había estado nunca y me lo imaginaba mucho más grande en plan películas yanquis. Formamos dos equipos y a jugar, la mayoría no teníamos ni idea pero algunos parecían casi profesionales. Los equipos estaban compensados y en las partidas que jugamos la emoción y las risas iban parejas. Todos querían ganar pero intentamos no tomarlo muy en serio, fue difícil(los cubatas ayudaron un poco) pero pasamos un buen rato (la verdad es que estuvimos casi cuatro horas allí metidos). Como suele suceder en estos casos la última partida fue la más emocionante llegando a la última tirada igualados. La estrategia de tardar en tirar nos permitió saber que ganábamos por un punto y faltaba un tiro de ellos y mis dos tiros. Fallamos cada tiro y aunque ya éramos ganadores me quedaba el último tiro para poder dejar la diferencia en más de un punto. Estaba muy relajado, sabía que no tenía nada que perder y acabé a lo grande tirándolos todos de una vez (strike o algo así).Se me echaron todos encima, fue un momento glorioso aunque lo hubiera sido más si no fuéramos ganando y se decidiera la victoria en ese tiro.
Salimos felices pero cansados hacia la cena aunque no nos hubiera venido nada mal una duchita. Era en El Callejón 8 en la zona de Los Rosales. Otro sitio por descubrir, muy grande y acogedor, lástima de algunos problemillas con los camareros (supuestamente nos trajeron cosas que no habíamos encargado porque se confundieron con otro reservado).De postre me tomé unos huevos fritos (todos alucinando pero venía en la carta de postres), en realidad era crema de yogurt (la clara) con salsa de albaricoque (la yema) y con trozos de mango pelado en tiras (las patatas fritas) fue una pena no hacerle una foto. Tras rondas de cafés, chupitos y risas nos echaron cerca de las dos. Estábamos tan agotados que de las casi quince personas que éramos nadie dijo nada de continuar de marcha por los pubs y nos fuimos para casa.
Lo único malo de la noche fue perderme el concierto que había en el campus de Aparejadores organizado por Pulso donde hacía su debut mi amigo Manuel con sus Junkfood y también actuaban Lascivos, Sybil Vane y Maga. Tantos viernes en los que no había nada que hacer y para uno que tengo plan me surge otro más. Fue duro tener que elegir pero me hubiera sentido fatal no poder despedir a una compañera y perderme la cara de sorpresa de Carlos por su aniversario en la empresa. Seguro que tendré más oportunidades de ver a los Junkfood en otros conciertos y además lo grabó Carol en video con lo cual los podré ver cuando quiera.

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