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viernes, octubre 28, 2005 

Gerry

Primera cita de ocio del fin de semana fue ir al cine, al CGAI a ver Gerry de Gus Van Sant. Podría haberla dejado para el día siguiente pero este primer pase contaba con una introducción presentada por José Manuel López (colaborador de las páginas web de Miradas.Net y Tren De Sombras.com, ambas muy recomendables).
La película se podría catalogar como el típico proyecto de tres profesionales del mundo del cine (Gus Van Sant, Matt Damon y Casey Affleck) que alternan películas menores de las llamadas “alimenticias” que les sirvan para pagar su casa, su comida y los lujos varios y además les dejan tiempo y dinero para hacer cosas interesantes. A todo ello se le añade una amistad, las ganas de reeditar viejas colaboraciones y el interés por mostrar otro tipo de cine alejado del formato comercial de usar y tirar.
Parten de una idea muy simple pero real, dos excursionistas se pierden en las montañas y les sirve para mostrar ese viaje sin retorno de dos amigos que se entienden sin hablar, les basta con un gesto o una mirada. Cuando hablan utilizan ese idioma propio de los viejos amigos con las expresiones comunes y chistes privados que solo ellos entienden como el nombre que da título al filme. Con estos datos podríamos suponer que la historia no da para mucho, se puede solventar rápidamente en menos de media hora incluyendo la socorrida lucha del hombre contra la naturaleza. Pero ese viaje implica más cosas; es una metáfora sobre la vida, la muerte, la amistad; llegando incluso a fundirse los dos amigos en uno solo como si el antagonismo de sus personalidades fuera en realidad las dos caras de una misma persona.
Los planos largos, el ritmo lento, la improvisación en los diálogos de un inexistente guión, los sonidos del desierto y la música forman un cóctel agradable que nos enseña que otro cine vuelve a ser posible; ese cine visto (Fassbinder) y ese cine conocido pero lamentablemente no visto por quién escribe (Tarkovsky, Sokurov o Bela Tarr).
La agenda apretada del resto de la noche me impidió quedarme al interesante coloquio, pero por lo menos pude ver en el asiento de delante de mi sitio habitual el regreso de la cabeza de Coco L. viejo conocido y compañero de fatigas cinéfilas.

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