« Home | Crónica festivalera II » | Crónica festivalera I » | Salidas y llegadas » | Ja soc aquí!!! » | Me Voy a Barcelona » | Otro Aniversario » | Hastío y melancolía » | Cambio de idea » | Estresante- desestresante » | Tardes de friends » 

domingo, mayo 29, 2005 

La Terminal

Uno no se da cuenta lo importante que puede ser un minuto hasta que le afecta. Me levanté a las ocho y media para coger el avión a las once, en total había dormido una hora y media. Tras la ducha me puse a hacer la maleta sin prisas pensando que me sobraba el tiempo. Preparé todo y bajé a la calle, parando en la cafetería de la esquina a coger un superzumo para afrontar los continuos viajes que me esperaban con algo en el estómago. Esperé el metro más de cinco minutos (debí de perder el anterior por unos segundos) y llegué a Sants para coger el cercanías al aeropuerto. Miro el tablón y salía uno en media hora (pregunté y había salido hace unos minutos el anterior).La cadena de errores seguía su curso. Lo lógico sería buscar un medio de transporte alternativo y no quedarse como Forrest sentado esperando, pero cuando todavía no estás despejado te ocurren estas cosas. Llegué corriendo a facturación, contaba con que al llevar equipaje de mano y pasar diez minutos de los 45 me iban a dejar, pero milagros de la tecnología el puto ordenador no se lo permitía. Muy amablemente, me indicó que fuera a la Venta de billetes a ver si podían ayudarme. No hubo manera, el vuelo estaba cerrado, aún no habían empezado a embarcar pero yo no podía volar. Me ofrecieron coger otro vuelo pero con la tarifa única, no con mi oferta de 19 euros. Tendría que esperar cinco horas y pagar sobre ¡¡¡320 EUROS!!!.(más de la mitad de mi sueldo recién cobrado). Busqué alternativas como volar a Santiago, o en otra compañía pero la tarifa era la misma. Llamé a mi madre para contarle el problema y me tranquilizó, me dijo que no me preocupara y no me echó la bronca porque sabía que estaba bastante cabreado conmigo mismo. Pagué el billete, no sin antes ir a quejarme a la ventanilla correspondiente, me parecía un abuso que si perdías el vuelo tuvieras que pagar una tarifa que equivaldría a veinte vuelos de oferta. Ya sé donde está el negocio y de donde sacan para pagarles a los pilotos y que no hagan huelgas, menuda mafia. Para evitar cargar con la maleta decidí facturarla y dediqué las horas restantes a leerme medio puesto de periódicos y revistas hasta que ya no podía más un busqué un sitio donde dormir un par de horas. Encontré una esquina cerca de la puerta de embarque, me compré una botella grande de agua, utilicé la bolsa como almohada y me puse el antifaz para evitar la luz. Pasadas unas horas, me despertó la alarma del móvil con los minutos justos para lavarme la cara y comer tranquilamente un bocata. El viaje transcurrió sin problemas salvo los gritos y el llanto de un bebé que no me dejaban dormir (hay veces en las que te dan ganas de gritar Viva Herodes).Me sirvió para analizar el día y darme cuenta que quizás fui yo mismo (mejor dicho mi subconsciente) el que quiso perder el avión para así no llegar a tiempo para coger mi pancarta “Ni reyes ni ejércitos” e interrumpir el desfile militar que se celebraba (la verdad es que no sé qué tiene que celebrar) en mi ciudad y evitar una detención injusta. Mi madre vino a recogerme y pasé el resto de la tarde leyendo los periódicos de los días anteriores y haciendo un poco de la crónica festivalera.
Afrontar la vuelta al hogar tras unos días de descanso se hace difícil. Es necesario cambiar el chip y espabilar para volver cuanto antes a la rutina.

Powered by Blogger
and Blogger Templates