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sábado, febrero 18, 2006 

Paul Collins

Tras salir del cine no me quedaba tiempo para pasar por casa. Improvisé una cena rápida tomando una hamburguesa vegetal en el Gasthof de camino al Playa para disfrutar del concierto de Paul Collins.
Los días anteriores intenté buscar mi cinta de “The Beat” pero llegué a dudar ante tal acumulación si la llegué a tener alguna vez. Probé suerte en la red donde ya hacía unas semanas que me había bajado el “Flying High” y conseguí mi objetivo.
Fue agradable reencontrarme con este personaje del que tengo grabado en la memoria un detalle o anécdota que no recuerdo si es verdad o no. Cuando visitó mi ciudad hace años apenas lo conocía pero surgió en una conversación de amigos y creo que Álvaro dijo que Paul Collins era amigo de su hermana (que por cierto sigo sin saber que tal está, espero que me resuelva estas dos dudas en público o privado).
Dejemos los antecedentes y centrémonos en el concierto. Estaba programado para la hora bruja pero empezó a la una por lo que tuve tiempo para observar y ser observado.Pude ver mucha gente mayor, bueno digamos de la edad del artista, entre ellos a parte de Los Dramáticos y su trouppe (antiguo grupo musical coruñés con viejos conocidos) o una profesora de mi carrera. Entre conocidos con una edad más próxima estaba Guerra con el que quedé para el concierto de Seine; parte del mainstream musical de la ciudad como Héctor y Juanjo con su hermana Vanessa y Natalia o la sección reportera con gente como Rubén o Javi Becerra.
Me situé en la tercera fila y tuve delante de mí a un esperpéntico personaje que parecía poseído: era calvo con pelo a los lados, chupa de cuero desgastada por los años y con olor a naftalina disimulado por el humo de los alrededores, no paraba de saltar y cantar haciendo los típicos movimientos de “tocar la guitarra” que me divertían y contagiaban. El repertorio de Paul Collins y su banda se centró en su último disco y un repaso a su época con “The Beat”. Evidentemente no está a la altura de sus comienzos el “Flying High” pero tiene momentos interesantes. Conectó enseguida con el público seguido por su banda, mucho más joven pero muy buena. Alternó temas más enérgicos con otros en plan acústico alcanzando momentos cumbre como con el “I'm On Fire” susurrado con el público en respetuoso silencio (salvo parte de los de siempre).Tocó casi al completo el último disco y más de la mitad del “The Beat” incluso invitó a las chicas a bailar en el escenario cuando tocaba “Look But Don't Touch” (creo recordar) pero ninguna quiso subir. Los merecidos bises por la complicidad entre grupo y público nos dejaron aún más felices y sudorosos.

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