« Home | Alargando las horas de sueño » | El Perro Negro » | Otro viernes laboral e infernal » | Larga comida de empresa » | Match Point » | El Derby » | Banditi a Orgosolo » | Cumpleaños con cena en La Paloma » | Punset en el COAG » | Salvatore Giuliano » 

sábado, diciembre 24, 2005 

Noche nada buena

Día de contrastes y noche de sopor. Dormí casi diez horas pero seguía cansado; tras casi una semana desconectado regresé a la red para hacer unos posts retrospectivos y ver los blogs conocidos. El resto fueron despertándose poco a poco, primero mi madre que me dio la mala noticia del día: ayer murió el vecino de al lado, Manuel el padre de Maria José, Manuel y Miriam. Nunca tuve ninguna relación con él, más allá de la vecindad, pero sí con sus hijos. Llevaron la enfermedad en silencio, privadamente, sin aceptar nuestra ayuda, les bastaba con saber que nos tenían ahí al lado. Repetir el trance con Santos en circunstancias parecidas en menos de un año y medio, sin poder hacer nada, resulta duro pero entiendo perfectamente la postura adoptada. Me costó tener que decírselo a mi hermano cuando se levantó. Fue demasiado cruel e injusto decirle como primeras palabras esa noticia. Desde su llegada, la madrugada del martes, a base de horarios incompatibles solo nos habíamos visto y oído durmiendo en la oscuridad de nuestra habitación.
Todas las posibles celebraciones del día quedaban eclipsadas; cada vez me gusta menos esa mezcla de hipocresía religiosa y buen rollo familiar que provocan las navidades pero me debo a ciertos compromisos aunque seguiré eligiendo decir “Felices fiestas” a decir algo que no siento como “Feliz Navidad”, lo intento pero no me sale.
El primer compromiso del día era la comida en el Artabria. La alternativa de comida familiar la deseché, no quería que empezaran las discusiones tan pronto. De camino me encontré con mi tío Miguel al que veré mañana en casa de mi abuela, el tiempo justo para felicitarnos las fiestas y darnos unos besos (con el paso de los años los besos a hombres van escaseando como si fueran algo prohibido cuando era tan natural de niño). Poco a poco, me voy introduciendo en aquel otro grupo de amigos del que estuve apartado una larga temporada. Voy conociendo a las nuevas incorporaciones y me siento a gusto. Estaban Marta, Marian, Luci, Fran y Uxía, Adriana, Sonia y Jose. No había estado nunca en el Artabria, comimos muy bien pero me resultó un poco caro.
Sirvió para relajarme y olvidar las penas recientes durante unas horas.
Nos despedimos y tuve el tiempo justo para pasar por casa de mi padre para lavarme los dientes y coger un taxi hacia el tanatorio. La misa ya había empezado y estaba lleno, me quedé fuera entre amigos y vecinos. Cuando terminó, me acerqué a estar un rato con Manuel y Maria José, a Miriam con la casi no tengo relación me limité a darle el pésame. Como mal menor, me quité la espina que tenía clavada desde que murió su madre hace más de diez años por otro cáncer y me pilló de vacaciones en Alicante y no pude volver. Había demasiada gente para ver la cremación, preferí dejarlo ahí y volver con mi madre y hermana para casa.
Había quedado con Tóni en pasarme por la Moore para felicitarnos las fiestas tomando unas cañas con los friends del “clan del Eusebio”. Al final me animé y pasé por allí. Estaba parte de la vieja guardia: Oriol, Roldán (que se casa), Pablo (hermano de Santi) y Tóni. Después llegaron Orlando, Adrián y Carlos. Entre cañas, viejas batallitas y puesta al día de los conocidos ausentes me ausenté unos minutos para ir a “El Inglés” primero y al “Dog Bollocks” después para tomar la copa con mi amigo Pepe y su familia. Volví para la despedida y preferí no quedar para salir después de la cena. Esta cita se repetirá la semana que viene en fin de año.

De la cena familiar, lo de siempre con más gente que de costumbre (estaban los de Madrid). Canapés y vinos mientras llegaba la gente, mucho marisco y algo de carne para cenar, y sorprendentemente ninguna discusión. Mi cansancio seguía siendo tal que comí muy poco y pasadas las doce se me cerraban los ojos, literalmente. Hasta tal punto que mi tía acabó llevándome a casa. Otra tía mía que regresa a Madrid nos dio sus regalos, con tan mala suerte o mala memoria que me regaló “Infancia” de Coetzee que ya me había regalado en verano por mi cumpleaños.

Powered by Blogger
and Blogger Templates