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martes, julio 19, 2005 

Síntomas de incubación

Me temo que estoy pillando algún virus, no sé si será el calor insoportable que hace en mi mesa que contrasta con el frescor del almacén y ese continuo subir y bajar o en realidad las tardes de playa empiezan a pasar factura. Proseguí mi propósito de dejar todo al día en el curro y por la tarde bajé a la playa. Como se suponía que iba a estar Tóni decidí sacar el coche para ir As Lapas. Lo aparqué bien cómodo pero bastante lejos, no me esperaba que quedaran tantos sitios libres cerca. Llamé a Tóni para ver donde estaba pero me dijo que cambió de planes y no bajaba. Colgué y aproveché para llamar a Marta y que me contara novedades acerca de lo de ir a Ons o Cíes. Me dijo que se iba unos días fuera pero que el viernes había una cena y que llamara a Bea por lo de las islas, ayer se olvidó de venir al cine. Me metí un baño a pesar de que el agua estaba sospechosamente caliente, sucia y olía raro (mal sitio para mí y bueno para los virus).Mi cuerpo me mandaba señales de que no me metiera, de hecho lo intenté tres veces pero al final pudo más el calor. Unos largos me vinieron muy bien para desentumecer mis algo anquilosados músculos y unas páginas de lectura completaron la jornada playera. En la vuelta al garaje tuve un par de pequeños roces con algunas paredes que todavía no había probado y sudé la gota gorda para poder aparcarlo decentemente (salí del coche por la puerta del copiloto). Como ya estaba sudando salí a correr un poco. En este intervalo recibí un mensaje de Xurxo que estaba en la ciudad hasta el domingo, quedamos en vernos mañana. Me fui al CGAI a ver un nuevo ciclo Mutaci(o)nes con estrenos de una película inédita y transgresora cada mes. Como presentación trajeron a Javier Porta Fouz, crítico argentino, que explicó porque eligió la película Shara de Naomi Kawase. La propuesta parecía interesante pero no sé si fue el virus o la propia cinta lo que me llevó a evadirme mentalmente de la proyección quedándome medio dormido durante algunos momentos. Con lo cual el argumento me quedó algo descolgado y no llegué a comprender todos los detalles. Después hubo coloquio que me sirvió para completar el rompecabezas y curiosamente participó una vieja argentina que en su eterno diálogo con el crítico pensé que nos iban a matar con tantos rodeos y frases bonitas. Además la vieja estaba sentada al lado de la supuesta madre del crítico (a sus años y viajando con mamá me recordó con quién “comparto” piso) con lo que parecían un conclave argentino. De nuevo para casa sin ver a nadie conocido.

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