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viernes, julio 15, 2005 

Concierto a domicilio

Ha llegado el día. Me levanté con una sonrisa, miré por la ventana y estaba despejado. Dejé el libro como compañero de viaje habitual en el bus, era necesario paladear las canciones que escucharía esta noche en directo. Mantuve la sonrisa durante toda la jornada laboral que culminó una semana de trabajo muy tranquila.
Esperaba comer con prisas pero una llamada de Cristina me informó que tardaríamos en salir. Comí tranquilo y me conecté para saber las últimas novedades hasta pasadas las cinco que recibí otra llamada de Cris, quedamos a las cinco y media delante de su casa.
Nos acompañaban Xaquín y Cristóbal, ya los conocía de vista pero no pude evitar sentirme incómodo por ser el acompañante desconocido. Tenía dos opciones durante el viaje: quedarme callado escuchando a La Costa Brava o ir metiendo baza en las conversaciones ajenas. Como se suele decir en el término medio está la virtud y me limité a observar, escuchar y seguir mi instinto de persona extrovertida pero tímida al principio. En esas estaba cuando a la altura de Fene veo que paran el coche, no sabía qué había pasado, me bajé y comprendí que habíamos pinchado. Mal rollito, sentí que podía ser el comienzo de una noche fatal pero me equivoqué. Menos mal que ocurrió delante de una gasolinera y lo puso todo más fácil. La eterna duda entre qué es ayudar y qué es estorbar me hizo mantenerme en un segundo plano durante el cambio de la rueda, además no había visto nunca cómo se hacía y no tenía experiencia que aportar. Al final una colaboración testimonial y una ligera mancha en los dedos fue toda mi ayuda. De nuevo en marcha el momento irónico del viaje: la primera canción que sonó era Desastre de LCB. Nueva parada para recoger a otro chico, Carlos, el coche completo. Nos guió hasta la dirección exacta, calle Alegre (de ahí el nombre de La Casa Alegre).Como estaba la puerta abierta entramos despacio por si acaso, enseguida nos cruzamos con gente en el pasillo y ya nos explicaron como iba el tema, libertad total para comer y beber lo que queráis. La casa era de esas típicas: antigua, alargada, con las ventanas de madera, jardín, pozo o similar, parra, flores y árboles; una piscina grande de hinchar y al fondo un espacio cementado a modo de trastero para acumular cosas. El escenario estaba en ese espacio tras el jardín. Empezamos despacio con unas cervezas, pero una vez que encontramos un sitio donde ponernos fueron continuas las idas y venidas a por comida o bebida. La gente se distribuía uniformemente en grupos pero cuando llegabas a zonas comunes se podía apreciar la sensación de buen ambiente general. Algunas caras conocidas del Patachím y grata sorpresa coincidir y hablar con Adela, una vecina; pero mi esperanza de que estuviera “la desaparecida” se disolvió enseguida. Comenzaron las conversaciones, las risas y las fotos mientras Fran y Richi (dos de LCB, el otro de los presentes Sergio Algora estaba missing) dormitaban la siesta en una hamaca entre dos árboles. Sangría, unas pelotas de arroz que eran pesadísimas (más sangría), varias clases de tartas de queso y el primer grupo (Fuckin Funky o algo así) comenzaba la función. Me gustaron, se les veía experiencia aunque echaba de menos un cantante para ponernos a bailar a todos. Otros vasos de sangría me obligaban a sentarme un poco y escuchar a mis acompañantes. Hice y me hicieron fotos en las que casi siempre aparecía alguna chica dentro de cuadro aunque fuera casualidad. Les dejé allí medio tumbados para ver de cerca a “Verano en Lisboa” que sorprendentemente tocaban de segundos cuando lo más lógico sería que fueran los últimos antes de LCB. Me gustaron mucho pero estaban muy parados, una ligera coreografía no vendría nada mal. Llevaba tiempo intentando bajar su música en el Soulseek porque solo conocía tres temas, entre ellos la primera gran satisfacción musical de la noche “L’amour s’en va”. Descanso y vuelta a comer y beber aunque esta vez me tomé un vaso de café solo y cargado porque ya tenía un puntillo y no quería joderme la noche. Comprendí que teníamos los estómagos a prueba de bombas cuando tras varias horas al sol seguíamos comiendo lo que fuera: huevos con mayonesa y bonito, tortilla, tarta de chocolate (riquísima),… sin importarnos futuras o posibles salmonellas; todo ello regado con variado alcohol (para que luego digan que mezclar es peligroso). Se cayó un grupo del cartel y actuaron “Foley” con un rock enérgico y clásico, tocaron algunas versiones y el barbudo cantante era de esos que se ponen rojos y parece que les va a estallar la garganta hizo un par de comentarios intentando ser gracioso pero no era lo suyo. Un breve descanso aprovechado para probar o ver las últimas delicias culinarias, apurar los tragos finales y coger sitio para el concierto de La Costa Brava. Parecía todo como un poco improvisado, como si fuera un ensayo, supongo que será la ventaja de estar en primera fila y escuchar sus comentarios desde dentro como si fueras un miembro más. Por si me falla la memoria en cuanto al repertorio revisaré el tracklist que me cogí al final del concierto. La cosa estuvo estructurada por discos no por temas. Primero tocó repasar “Déjese Querer Por Una Loca” y enlazaron “Hazte camarera”, “En el fondo está bien”, “Lentillas de colores”, “Desastre” (con sonrisas cómplices), “Dos científicos”, “Mal menor”, “Déjese querer por una loca” y “Gwen Stacy”. Yo ya estaba en una nube, cantando y con una sonrisa permanente y todavía faltaban tres discos. Pero eso no evitó que me pareciera que Fran estaba out, Sergio en su salsa y Richi pasado. Una mínima concesión a “Los Días Más Largos” con “Canción de regalo” y “Natalia Verbeke”, las cosas iban mejorando aunque paradójicamente parte del público parecía desinteresado. Llegó la etapa “interesante” con “La condesa aragonesa”, “Copas de yate”, “Dos ostras” y “Favorita” donde comprendí que el gran Sergio Algora estaba dando una exhibición y Fran ya estaba casi a su altura (Richi hacía lo que podía, por lo menos se divertía). Creo que fue este el momento elegido para el primer descanso, los artistas también tienen sus necesidades. Había un par de individuos que estaban borrachos y empezaban a decir estupideces como pasa en los conciertos del Playa, me ponían de los nervios pero me concentré en el concierto y pasé de ellos. Volvieron con “Llamadas Perdidas” y sus “Confianza ciega”, “Adoro a las pijas de mi ciudad” (momento hit), “Mi última mujer”, “El cumpleaños de Ronaldo” y a partir de ahí se confunde el orden entre mis recuerdos y el tracklist. Recuerdo que no me gustó (y no fui el único) que tocaran “La vida sigue igual” pero lo compensaron con otros momentos. Sergio hizo una de sus reflexiones acerca de la serie “Acapulco Heat”; alcé los brazos y me levanté (nostalgia del concierto del Mardi saltando y abrazado a Javi) para cantar una versión extra larga del “Nada me importa”; me encantó 33 (a pesar de mis cercanos 31); me emocioné con los momentos acústicos solitarios de Fran con “Amor en Japón” o “Tres Años”; me partí de risa con una versión etílica de Beck (creo que era “Jack-Ass” aunque no me acuerdo) a cargo de Richi; pedí a gritos “Tóni” y fui recompensado. Todo este final con el aviso previo de la policía y casi noche cerrada. Momento para la reflexión, pedir y coger el track-list en los agradecimientos al grupo, Alberto y compañía, un último vistazo a la mesa de comida con teoría culinaria por parte de los presentes acerca de un plato de algo parecido a espinacas, unos tragos de agua para reponer la agitada garganta y el inevitable chapuzón de unos de la fiesta (estaba claro que la piscina sería utilizada).En la salida nos cruzamos con Sergio con un momento para los elogios mutuos y un relato surrealista sobre un hall de un hotel llamado “Almendra” (llavero de la misma forma) y un viejo extraño que grita que quiere una mesa. Será éste el secreto de las letras de Sergio que realmente no es el poder de su imaginación, si no que ha alcanzado un nivel superior que atrae las historias surrealistas. Dejamos por allá a Cristina y Carlos y regresamos a Coruña llegando pasadas las tres con entretenida conversación musical. Me parecieron dos chicos muy interesantes con mucho que aportar. Un último mensaje a Cristina para darle las gracias e informarle de que habíamos llegado sin problemas y caminata hasta casa.

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