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viernes, marzo 10, 2006 

Chain

Terminé la semana quedando con Sergio y Tóni en La Bottega que cada vez está más llena de chicas interesantes, en cambio nuestra segunda parada, El Hispano, carecía de las vistas veraniegas que acompañaban nuestros cafés. Podría decir sobre mis amigos sin novedad en el frente, las cosas siguen como están y no tienen trazas de cambiar. Las dos horas pasaron rápido a pesar de todo, y puse rumbo al Cgai.
Tocaba la sesión mensual de “Mutaci(o)nes” con la proyección de varios trabajos de Jem Cohen, previo coloquio y posterior debate.La sesión incluía el corto “Little Flags”, que ya había visto hace un tiempo en esta sala dentro de la serie “Nuevo documental norteamericano”, y otro sobre una sesión de grabación de Vic Chesnutt pero el plato fuerte de la jornada era “Chain” su película más reciente.
Cuenta la historia de dos personas diferentes cuyo eje vital gira en torno a los centros comerciales. Son dos chicas. Una americana y desarraigada pasa su tiempo vagando por el centro comercial, intenta olvidar su pasado sabiendo que no tiene ni presente ni futuro a corto plazo. La otra es japonesa, disciplinada en su trabajo, investiga para su empresa las últimas novedades de dichos lugares de consumo sin darse cuenta de que aquello que le han encomendado carece de importancia como ella misma.
Dejando a un lado dicho argumento lleno de simbología y crítica social, conviene resaltar los aspectos técnicos de la obra. El director, utilizando cámaras ocultas, logra una composición de encuadres absolutamente fascinante pareciendo imposible poder rodar dichas secuencias en secreto, sin ser visto.
Los títulos de crédito nos reservaban varias sorpresas. Por un lado las localizaciones de los centros comerciales no se limitaban a países norteamericanos si no que también incluían europeos, lo que resalta aún más la homogeneización de sus contenidos y la invasión silenciosa del estilo de vida que arrastra. También aprovecha para dedicar el filme a Chris Marker del que hay un ciclo este mes.
El debate a dos enfrentaba a Fran Gayo, programador del festival de Gijón con Jose Manuel López, colaborador de las webs “Miradas de Cine” y “Tren de Sombras”. Dos estilos diferentes de entender el cine, uno más informal y más cercano al público menos experto y otro demasiado académico y culto, rozando el elitismo. Debido a la poca colaboración inicial de los presentes se enzarzaron en una discusión amistosa sobre si se trataba de un documental o de una no-ficción y todo lo que conllevaba esa clasificación. Finalmente la gente comenzó a animarse, cerrándose aquel coloquio con la intervención esperpéntica de un viejo emigrante y profesor estadounidense que basó su razonamiento en saber si el director era judío ante la incredulidad de los presentes.
La lluvia, la hora y la ausencia de conocidos me hicieron decantarme por irme a casa cuando la noche permitía planes alternativos. El concierto de “Jiménez del Oso” y “Los Iribarnes” en el Mardigras quedaba descartado porque ya habría comenzado hacia una hora y la fiesta de la “trouppe del Bar de Juan” en el idílico hall de la Fundación Luis Seoane merecería una visita si no fuera porque tenía que pasar antes por casa para cenar algo y no tenía ganas de disfrutarla en solitario mendigando compañía. Para ir al cine o a un concierto no pongo reparos a ir en solitario pero salir solo por la noche siempre me ha parecido patético y valiente.
Mientras cenaba busqué algo que ver en la tele y encontré “Academia Rushmore” de Wes Anderson que consiguió levantarme la moral.

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