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domingo, enero 29, 2006 

Fiesta de Cris

Pasaban de las doce y seguía con un resfriado que no se me quitaba ni con un chai bien caliente. Una reposición de La Hora Chanante consiguió aliviarme y animarme un poco y me dispuse a vestirme para ir al Velvet. Podía elegir entre comodidad o elegancia pero finalmente me decidí por el habitual término medio: jeans negros con camisa negra y violeta con chorreras (estilo arreglado pero informal).
Acabé llegando al Velvet cerca de las dos, había poca gente pero bastantes conocidos. Primero conversación con Ana (elegante como siempre) sobre “Batalla en el cielo”, que se repetiría con Iago. A continuación me acerco a la cabina para saludar a Cristina, la anfitriona. Me aborda Patricia que se me presenta sin saber que ya nos presentamos otras veces. Hice como si fuera la primera vez. También coincidí con Arturo, amigo de Bea, y Jose, antiguos compañeros de piso de Cris con los que pasé buena parte de la noche. Me hizo gracia que viniese de estreno porque había ido esta tarde de compras con Bea cuando yo estoy esperando por nuestra amiga para que me ayude a renovar el vestuario desde el verano, mañana le echaré la bronca. Otro conocido en común con Cris era Rodri, compañero en EGB (que pequeño es el mundo) que le regaló unas figuras que fueron la sensación de la noche.
Los primeros hits consiguieron hacernos bailar a Cris, Patricia y otra chica que después supe que se llamaba Marta y también pinchaba. Iván apareció cuando Iago y Ana ya se habían ido. Como es habitual empezó a divulgar mi vida virtual y a ofrecerme colaborar con la web de Noroeste (puede que esta vez me atreva). Pero su faceta de Dj sigue sin convencerme, cambió a un registro más electrónico que acabó por obligarnos a hacer una escapada al Patachim, me acompañaban Patricia, Jose y Arturo. Tras unas cervezas, diversas peticiones y más confidencias, regresamos al Velvet. La música volvió a hacernos bailar de nuevo, ya había mucha más gente pero no eran todos amigos de Cris. Una vez que cerró fuimos a coger taxis a Puerta Real rumbo al Playa, en un viaje corto pero inolvidable con Cris, Patricia, Marta y un taxista al que le besó pero no consiguió convertirlo en príncipe.
En el Playa conseguimos entrar gratis, pensé que no iba a poder colar a cuatro pero la noche me sonreía. Estaba abarrotado, probamos en la Nordic pero no conectamos con la música de un Dj que no me sonaba de nada. Fuimos a la otra parte, pero ya éramos minoría: Iván, Cris, Marta, Cristóbal y yo. La música estaba mejor, sonaron Pulp, Suede y Bowie. Se hizo la luz pero aún pusieron varias de los Beatles, acabando con el “Hey Jude”.
Pasamos por la Tahona para comer algo caliente, tuve que escoger beicon con queso (de lomo no quedaba) aunque siempre será mejor que un trozo de empanada con setas. Nuestros destinos nos separaron de los chicos que no iban a nuestra zona, Cris, Marta y yo cogimos un taxi hasta el barrio en lo que se suponía que era el final de la noche. Todavía quedaba la anécdota final que hace que los encuentros con Cris queden guardados en mi disco duro, Cris perdió sus llaves y no podían entrar en casa. Sus compañeros de piso no contestaban, el método de la horquilla no suele funcionar si te tiemblan las manos del frío. Sólo quedaba esperar echando unas risas, las justas para conseguir despertar al del primero y hacerle señas para que les abra.
Punto y final, para mí (a ellas les quedaba una larga espera en el descansillo) de otra madrugada interesante en la que perdí la cuenta de los pitillos que fumé que fueron más que las seis o siete cervezas que me tomé. Veremos como transcurre mi descanso dominical.

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