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domingo, noviembre 20, 2005 

Paraguas robado

Me llama Marta a la una y pico para bajar a tomar algo antes de comer aunque ya habíamos quedado en vernos esta tarde. Me pilla tirado en el sofá, llevo varias horas viendo la tele (dos capítulos de Parker Lewis en Quatro y un ridículo programa de citas de parejas en la MTV) y todavía no me he duchado. Me resulta extraño y pienso que le pasa algo. Falsa alarma simplemente pasaba por allí cerca y tenía que hacer tiempo hasta pasadas las dos. Casi todos los cafés habituales están cerrados a esas horas por lo que me espera en el Contertulio o algo así. Últimamente estamos quedando mucho, nos usamos como paño de lágrimas en una especie de terapia que sirve para recuperar la amistad aletargada por nuestras agendas ocupadas y los problemas amorosos de cada uno. Charla breve, distendida, interesante y sobre todo, a solas, algo que hacía mucho que no teníamos sin llamadas inoportunas ni otras personas presentes.
Por la tarde ya fue distinto, quedamos a las ocho en el Dublín. Me dijo que ella iba a estar con Cris pero cuando llegué no las encontré. Salí para llamar a Marta, que venía de camino con Luci pero me dijo que Cris ya estaba allí. Miré alrededor y la única posible era una chica que estaba de espaldas hablando con un chico en la barra. No estaba seguro, solo la había visto dos veces y nunca por detrás, demasiado arriesgado saludar y ver que eran dos desconocidos.
Me senté en una mesa, rodeado de gente conocida de vista de la noche coruñesa. Una chica me saludó (se llamaba Begoña), hablé otras veces con ella pero el problema que tengo es que tiene una hermana y deben de ser gemelas. Nuestras miradas se han cruzado muchas veces pero cuando veo a una de ellas no sé distinguirlas, por lo que la siguiente vez que la veo no sé que hacer.
Llegan Marta y Luci que se queda conmigo, Marta va hacia la barra y saluda a la pareja, al final si que era Cris. Su amigo se presenta, se llama Nelson, es majo. Con el paso de los minutos, me veo hablando con Luci y Marta o con Cris y Nelson. Los dos nos damos cuenta de que nos caemos simpáticos pero intentamos deshacer el trío que formamos con Cris. Una dura y limpia pugna por mantener la conversación y seguir haciéndola reír nos lleva a pasarlo realmente bien, disfrutando y firmando una tregua no escrita. Esta tercera vez también me ha causado muy buena impresión, empiezo a notar esa sensación de que habrá más veces y la cosa puede ir a más, me siento cómodo con ella y creo que es mutuo pero sé que será difícil porque la competencia es fuerte.
Cuando me marcho compruebo que mi paraguas no está, alguien se lo ha llevado y no por equivocación porque era el único de ese estilo (negro y de madera). No queda otro negro en el paragüero. Al salir observo a un viejo en la parada, me suena de verlo en el bar y lleva un paraguas igual al mío, la duda que siempre me corroe me hace seguir mi camino limitándome a comentar en alto a Marta y Lucía (Cris y Nelson se quedaron dentro, acepté el “touché” no quería quedarme en pareja de tres) que ese viejo de ahí tenía mi paraguas. Mañana lo echaré de menos, aunque ya tengo solucionado un regalo para la noche de reyes.

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